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MÉXICO, DF, 3 de enero de 2014.- La crisis socioeconómica en México genera manifestaciones específicas de agresión que, en algunos casos, derivan en conductas delictivas. Cuatro son las de mayor incidencia: robo, delitos contra la salud, homicidio y violación.
¿Quiénes son los generadores de violencia?, ¿qué características de la personalidad determinan sus trastornos de la conducta?, ¿cuáles son los rasgos distintivos del delincuente con y sin conducta psicopatológica?
A través de un comunicado, la Máxima Casa de Estudios informó que psicólogos de la UNAM, en colaboración con colegas de la Universidad de Salamanca, España, desarrollaron un modelo de evaluación y diagnóstico de la personalidad delincuencial mexicana.
En este proyecto se trabajó con internos de centros de readaptación social del país y se consideraron factores socio-demográficos, antecedentes familiares, tipo de delito, nivel de peligrosidad y actitud hacia la institución.
Este esquema de evaluación y diagnóstico se comenzó hace una década, con la aplicación y validación de diferentes pruebas de medición en el 10 por ciento de la población sentenciada de esos centros en cuatro estados de la República (Chihuahua, Sinaloa, Zacatecas y Michoacán) con mayor incidencia delincuencial.
«Evaluamos aproximadamente a cuatro mil 500 internos para determinar nivel de peligrosidad, reincidencia, tipo de delito y otras variables», señaló Amada Ampudia Rueda, coordinadora del proyecto, con miras a «proponer un tratamiento que coadyuve a disminuir y/o controlar la conducta delictiva».
Con la definición de perfiles de la personalidad, también se pretende abonar en el conocimiento criminológico que permita prevenir la incidencia de delitos y aminorar los índices de reincidencia.
Para la académica de la Facultad de Psicología (FP), hay que ser cautelosos en la definición de perfiles, porque se pueden volver un estigma. Sin embargo, apuntó algunos rasgos. Estudios de diferenciación indican que en un homicida está más afectada la función cognitiva que en un secuestrador. Hay variación en la construcción de la agresión.
En el homicida ésta puede ocurrir por un impulso directo; el potencial de agresión es muy fuerte y es capaz de irrumpir de manera violenta, sin ningún control. El secuestrador es más calculador, manipulador, tiene mayor visión. Uno se exacerba de modo abierto, el otro también, pero se mantiene con un perfil más bajo.
Por su parte, las mujeres homicidas son más emocionales, pero también más explosivas. Agreden de manera exagerada porque tienen ese potencial. «Pueden ser más verbales, pero también muy impulsivas. Tienen alteraciones cognitivas intensas, de reacción extrema, después de que aguantaron muchos años de agresiones”.
Los internos ubicados en el grupo de tráfico de drogas, que «normalmente no se drogan», son dominantes, manipuladores, seductores. Los sentenciados por robo son observadores, con características asociadas a la obsesión y la meticulosidad. Los violadores «son muy sensibles, frágiles».
Los delincuentes de cuello blanco no expresan mucho sus emociones, son fríos, manipuladores, seductores y observadores. Tienen rasgos sociopáticos, son impersonales, no se conectan fácilmente con los otros y siempre buscan su beneficio.
Sin embargo, aclaró, no se puede estigmatizar y decir que todos los generadores de violencia son así. Al considerar estos perfiles, hay que tener cautela para usarlos.
Con el modelo, prosiguió, se han contrastado estos grupos violentos con otros de seguridad pública, para delimitarlos, pues es «muy delgada la línea» que separa a quienes se dedican «al bien y a la seguridad y de pronto caen del otro lado».
Conducta multifactorial
La historia criminológica del sujeto, elaborada a partir de un cuestionario socio-demográfico y otros instrumentos de medición, indica que la conducta delictiva no es por generación espontánea, sino que es multifactorial. Los motivos de la incidencia y reincidencia son múltiples.
Al cruzar variables externas como edad, sexo y escolaridad, «hemos determinado que delinquen más en la etapa productiva». Otro hallazgo es que la delincuencia, que crece aceleradamente en el país, genera «el delincuente institucional».
Además, si el recluso se adapta al medio penitenciario y adopta diversas conductas para sobrevivir, está lejos de la readaptación social.
El modelo de evaluación y diagnóstico de la personalidad del delincuente mexicano también tienen vertientes de intervención a nivel preventivo en grupos, porque de manera «individual sería muy costoso», indicó.
Los psicólogos de la UNAM han ido tanto a centros penitenciarios, como a escuelas para trabajar con maestros y padres de familia. Asimismo, han implementado programas terapéuticos con diversas técnicas grupales y tipos de orientación.
Esta labor ha sido parcial. A partir de la colaboración con universidades de Chihuahua, Morelos, Zacatecas, Michoacán y Sinaloa, se ha podido laborar con internos de centros penitenciarios de esos estados.
Actualmente se gestiona un taller para reclusos en vías de liberación, para medir reincidencia y psicopatología. Se realizará en centros de rehabilitación de Sinaloa, Zacatecas y el DF, informó.
Instrumentos de medición
El esquema de evaluación y diagnóstico de los universitarios es un proyecto que ha generado conocimiento, artículos científicos, instrumentos de medición psicológica y un libro o guía.
Entre las técnicas de medición se trabajó con el Inventario Multifásico de la Personalidad de Minnesota (MMPI-2), desarrollado en Estados Unidos y adaptado para población de México por Emilia Lucio e Isabel Reyes Lagunes; en esta tarea colaboró Amada Ampudia.
«En el MMPI-2 se pueden observar diferentes niveles de agresión en los tipos de delitos, como las características de peligrosidad, reincidencia, simulación y elementos de la estructura misma de la personalidad», apuntó la universitaria.
También se utilizó la prueba de inteligencia Wechsler, que fue adaptada y estandarizada para medir funciones cognitivas en mexicanos. Además, se aplicaron cuestionarios para determinar variables sociodemográficas, violencia, agresión, reincidencia y adaptación al centro penitenciario.
En colaboración con Fernando Jiménez y Guadalupe Sánchez Crespo, de la Universidad de Salamanca, los psicólogos de la UNAM desarrollaron un instrumento que mide reincidencia, peligrosidad y psicopatología. Ya se publicó en España y está listo en su versión mexicana para la difusión en nuestro país.
En ciernes también está una guía del generador de violencia, donde se vierten muchos de los instrumentos diseñados y adaptados por las psicólogas de esta casa de estudios. Contiene los criterios, el motivo de uso y algunas hipótesis de interpretación, así como estudios criminológicos que consideran todas las variables que intervienen en la conducta delincuencial.
Como la guía clínica para el maltrato infantil que el grupo de Ampudia publicó en 2009, la del generador de violencia está pensada para que, de manera sistemática y metodológica, los psicólogos establezcan un perfil psicológico, pero también un criminólogo, o para que un especialista, al realizar un peritaje forense, pueda entender qué criterios deben considerarse en la evaluación y diagnóstico de la personalidad delincuencial.