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MÉXICO, DF., 6 de julio.- Al estar por primera vez frente a Gilberto Bueno, afilador de larga trayectoria en el barrio de Tepito, uno no se imagina que está frente a una leyenda del oficio, que ha acudido a múltiples exposiciones mundiales de las más importantes marcas fabricantes de instrumentos de filo y que, además, es sobreviviente de decenas de maratones en todo el mundo.
A sus 72 años de edad y con una salud envidiable, don Gilberto rememora con satisfacción ante Quadratín México las oportunidades que su trabajo le ha dado para visitar ciudades como Frankfurt y Solingen, en Alemania; Tokio, en Japón; Londres, en Inglaterra, y Chicago, en Estados Unidos, por mencionar sólo algunas.
Entre los cientos de anécdotas que ha vivido a lo largo de 58 años como afilador, una que recuerda especialmente fue la que ocurrió en Frankfurt, Alemania.
“Tuve la oportunidad en la Feria de la IFA que se realiza cada dos años en Frankfurt, Alemania. Mi hijo y yo fuimos invitados por la fábrica de navajas y molinos de carne LW. En la feria vi un stand muy grande de maquinaria para afilar cuchillería y artefactos para la industria de la carne. Ahí había una rueda que había hecho un afilador de Bélgica y en ella estaba colgada una pechera, más grande que yo, porque el afilador medía unos dos metros. Al ver la pechera, mi primer impulso fue colocármela. En ese momento uno de los empleados, que por suerte era argentino y hablaba español, me regañó y me dijo: ‘Señor, por favor, no tome usted esa pechera porque es de un afilador y si lo ve, se puede disgustar con usted’. Mi reacción fue decirle:
‘No te preocupes, yo sé que no se va a enojar si sabe que yo soy afilador y que vengo de la ciudad de México’.
“El muchacho se quedó extrañado y me pidió que esperara un momento y fue por el gerente de la compañía y éste le preguntó a mi hijo –que sí habla inglés- de dónde veníamos y a qué nos dedicábamos. Mi hijo le explicó que soy afilador de hace muchos años y el señor me invitó a acudir al otro día para saludar al afilador belga, que llevaba su rueda, la cual resultaba obsoleta comparada con toda la maquinaria que vendían allí.
“Le dije que sí y al día siguiente regresamos. Y cuál sería mi sorpresa cuando metros antes de llegar al stand, el afilador ya me señalaba, sabía que yo era a quien esperaba. Le dijo a mi hijo que le gustaría verme afilar. Me prestó su pechera y me puse a filar unas tijeras que me dio. En ese momento, decenas de personas me observaban y me tomaban fotografías. Luego le pedí darme el gusto de verlo afilar. Lo hizo y entonces ya eran más de cien personas las que nos veían afilar artesanalmente. Ello demuestra que el oficio de afilador es muy bien visto en muchas partes del mundo”, comenta emocionado.
Aunque su carrera como afilador inicio a temprana edad, cuando él tenía 14 años, el espíritu maratonista lo invadió décadas más tarde, cuando tenía poco más de 40 años, debido a problemas de salud.
“Yo padecía migraña y un médico naturista me recomendó ir a correr al Bosque de Tlalpan porque eso me ayudaría”, explica.
Casi desde que empezó a entrenar participó en maratones y carreras, como el Maratón Internacional en Coyoacán, en 1982.
Fundador de la Asociación de Corredores del Bosque de Tlalpan, Don Gilberto ha corrido en los maratones más prestigiosos a nivel mundial: Nueva York (fue ocho veces), Boston, Toronto, Dinamarca, y el más reciente, el de Sacramento, California (Estados Unidos), donde obtuvo en 2012 medalla de bronce.
“Yo no corro para vivir más años, porque todo lo que comienza, termina. Yo corro para tener una mejor calidad de vida”.
Desde entonces ya no ha participado en maratones, aunque asegura que lo hará cuando tenga 80 años, “ya me estoy preparando”, concluye, con una sonrisa.