Libros de ayer y hoy/Teresa Gil
La decisión de Miguel Ángel Macera, jefe de gobierno, respecto a los cambios en su gabinete, ha causado malestar y desconfianza.
Lo que se esperaba fuera un cambio radical para mejorar su esquema de trabajo en realidad ha generado inconformidades y dudas sobre los resultados que pretende obtener con miras a llegar a la candidatura a la presidencia de la República.
Por principio de cuentas de la designación de Patricia Mercado al frente de la Secretaría de Gobierno, como suplente de Héctor Serrano, deja mucho que desear.
La política, quien alguna vez aspiró a ser presidente del país, al ser la candidata del Partido Alternativa Socialdemócrata, tendrá que echar mano de toda su capacidad negociadora.
Sin embargo, se antoja difícil que pueda con tamaño paquete de ser la negociadora política y contener a los grupos de manifestantes que toman un día sí y otro también, las calles para boquearlas.
Héctor Serrano controló a los maestros para que no retomaran la plancha del Zócalo capitalino, y contuvo una infinidad de protestas y manifestaciones.
Ahora desde su nueva oficina, en la avenida de Álvaro Obregón, tiene la encomienda de poner orden en la Secretaría de Movilidad, donde la silla le quedó grande a Rufino H León, quien no pudo controlar a los líderes del transporte, y benefició a muy pocos: a sus amigos líderes de transportistas concesionados.
En ese puesto, Serrano Cortés hará un muy mejor papel que su antecesor, pues sabe lo que pocos políticos: negociar.
Los Ecos capitalinos nos cuentan que Rufino pretendió que en las pasadas conferencias sobre el tema Cabify y Uber, servicios de taxi por aplicación de telefonía celular, Serrano lo acompañara, para calmar a los reporteros, a quienes nunca supo controlar. Esa petición se la hizo a Miguel Ángel Mancera, quien le respondió que esa no era función del entonces secretario de Gobierno, pero después ordenó que sí lo ayudara, al ver quedar en claro que no podía con el paquete.
A Manuel Granados, como nuevo consejero jurídico, le vino muy bien el puesto al ser abogado, pero deberá también sacar sus dotes políticas para solucionar los problemas de su jefe y amigo Mancera.
En tanto que José Ramón Amieva se va a la Secretaría de Desarrollo Social, y no al STC-Metro, como se especulaba hasta la semana pasada.
Y Jorge Gaviño, en el Metro, la tiene fácil, pues sabe del tema y tiene buena relación con los perredistas, a diferencia del saliente Joel Ortega.
Rosa Icela Rodríguez fue desactivada (por el supuesto apoyo a Morena, como se le acusó de hacerlo durante las pasadas elecciones) pero no se quedó sin hueso, pues de Desarrollo Social, se va a la Secretaría de Desarrollo Rural y Equidad para las Comunidades. Allí estará prácticamente congelada.