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Libros de ayer y hoy
La secretaria de Gobierno, Patricia Mercado, ahora sí deberá mostrar de qué cueros salen más correas, pues este sábado el 80 por ciento de los empleados de estructura directa dejarán sus cargos.
El director de Gobierno, Carlos Meneses, el coordinador de Reordenamiento del Centro Histórico, Jesús Romero y el director de Concertación Política, Israel de Rosas, renunciaron junto con el resto de los servidores públicos que ocupaban cargos relevantes.
Los Ecos Capitalinos nos indican que la funcionaria se encuentra nerviosa debido a que no cuenta con suficientes conocidos para llenar esos cargos, y sobre todo que puedan con el paquete.
Con la gente que había dejado Héctor Serrano, actual secretario de Movilidad, la Secretaría de Gobierno prácticamente funcionaba sola, sin necesidad de que Mercado les diera instrucciones.
Meneses sabía el tejemaneje de los líderes de diversos grupos, con quienes lograba negociar para que no afectaran de más la vida citadina.
Sola, Patricia no ha podido controlar a los llamados ‘toreros’ vendedores ambulantes, a quienes dijo metería en orden en las calles del primer cuadro, pues ella quiso hacerse cargo de ese paquete.
No obstante, basta con darse una vueltecita por las inmediaciones del Metro Allende para ver que no ha cumplido su promesa.
Sin embargo, ahora tiene otra encomienda: la de controlar a los vagoneros del Metro. Fácil se podría apostar que tampoco podrá, debido a que son grupos muy organizados y con tanta necesidad de trabajo, que están dispuestos a luchar por lo que consideran su espacio, su nicho de compradores espontáneos mientras se trasladan a lo largo y ancho de los vagones del Metro.
Ahora veremos cómo Patricia Mercado le hace para controlar a los ambulantes, manifestantes, marchas, plantones, eventos masivos, ferias, eventos culturales y hasta a los miembros de las porras de los partidos de futbol.
Se acaban las reservas
Trabajadores de diversas áreas de varias delegaciones se encuentran prácticamente sin hacer nada, y en espera de que lleguen las nuevas administraciones.
Tal es el caso de Iztacalco, donde nos cuentan que la falta de interés de varios directores lleva a los servidores públicos a pasar horas chateando o jugando con las computadoras.
Al desinterés en el que ya cayeron los funcionarios, se suma la falta de insumos, papelería y utensilios de trabajo.
Todo voló o despareció o se acabó. Así sucede en el área de Limpia, donde las escobas se acabaron y los trabajadores están molestos, pues a pesar de quejarse, ya nadie les da respuesta.