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CIUDAD DE MÉXICO, 11 de marzo de 2016.- El grupo de mujeres jóvenes representa el sector con mayor riesgo de contraer el virus de inmunodeficiencia humana (VIH) debido a su estado de vulnerabilidad social y en la mayor parte de los casos, las pacientes fueron contagiadas por su pareja heterosexual estable.
Así lo revelaron en la UNAM Patricia Volkow, del Instituto Nacional de Cancerología; Andrea González, de la Secretaria de Salud del gobierno de la Ciudad de México, y Ana Amuchástegui, académica de la Universidad Autónoma Metropolitana unidad Xochimilco.
Las especialistas explicaron que alrededor del 21 por ciento de los casos de VIH se presenta en el sector femenino –uno de cada cinco individuos infectados–, la mayor parte de éstas (93 por ciento) fueron contagiadas dentro de una relación estable.
Al participar en el Seminario Permanente de Género y Salud, organizado por la Facultad de Medicina (FM) de la UNAM, señalaron que este sector es más vulnerable pese a que el mayor número de casos se registra en hombres que tienen contacto sexual con su mismo género.
Consideraron que la mayor parte de las mujeres infectadas en su hogar no se identifican como personas en riesgo, de hecho esta enfermedad se engloba dentro de otra epidemia: la violencia hacia las mujeres.
Volkow apuntó que al inicio de la epidemia ellas se situaban en la periferia del “huracán”; sin embargo, hoy ocupan el centro del mismo por constituir la mitad de casos de esta enfermedad en el mundo y, además, sus características sociales y biológicas las coloca en mayor riesgo de contraer el virus y menor posibilidad de protegerse de éste.
La investigadora advirtieron que esta epidemia es producto también de las desigualdades y normas de género perjudiciales que promueven prácticas sexuales de riesgo y reducen el acceso de ellas a los servicios de salud reproductiva y sexual, por lo que es importante trabajar “para combatir esas diferencias si se desea aminorar el peso de la epidemia en términos generales, pero muy en particular en mujeres y niñas para que aprendan a protegerse”.
No tienen acceso a una detección a tiempo; uno de los problemas graves en el país es el retraso en la previsión de transmisión de la enfermedad madre-hijo. El embarazo ofrece la oportunidad de un diagnóstico temprano para evitar la transmisión a un tercero. Por lo que debe cumplirse en el país, por norma, que todas tengan acceso a la prueba de detección de VIH.
Andrea González destacó que el tema de la prueba del VIH sigue siendo un tabú en el país. Las adolescentes usuarias de drogas son el grupo de mayor riesgo de infección.
El embarazo en adolescentes, la violencia de género y los problemas cognitivos y de salud mental son condiciones que incrementan la vulnerabilidad del género femenino al virus.
Además, planteó la necesidad de reducir la incidencia de embarazos en adolescentes como una medida de salud para evitar riesgos y vulnerabilidades. El capital social que esto representa podría contribuir a modificar estructuralmente el contexto de riesgo, señaló.
Para Ana Amuchástegui, psicóloga social y experta en estudios de género, el sexo desprotegido con pareja estable es el principal factor de riesgo para las mujeres, lo que implica que se infecten por prácticas sexuales que por norma cultural deben cumplir: ser monógamas y tener sexo desprotegido.
Eso no tiene que ver con la sumisión o con la ignorancia, “sino con que en este país la construcción social de la epidemia, desde el principio, estuvo vinculada a llamados grupos de riesgo hoy transformados en poblaciones clave: hombres homosexuales, trabajadoras, trabajadores sexuales y mujeres transgénero”.