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MÉXICO, D.F., 28 de junio del 2014.- El México más ‘queer’, desenfadado y sensual llenó las calles de la capital, con aproximadamente 80 mil personas, que bailaron, gritaron consignas y marcharon por un país más tolerante y menos reaccionario contra las expresiones sexuales que existen.
Sobre las 11:00 horas, un grupo de charros de la asociación Vaqueros Mexiquenses, empezó a desfilar por el Ángel de la Independencia con la bandera multicolor. Mientras, las organizaciones cristianas Esperanza y Misión Incluyente llenaban de estampas a los marchantes más madrugadores con una leyenda que decía “Si alguno viene a mí, yo no lo echo fuera. Jesucristo”.
La música electrónica empezaba a retumbar desde los carros alegóricos de varias discotecas y antros que se hicieron presentes, para calentar motores para una jornada que muchos llevaban esperando.
Un módulo de “Pruébate y trátate”, ofrecía test de VIH en tan sólo tres minutos. Decenas de jóvenes llenaban formularios y hacían cola para quitarse la angustia de encima.
No fue sino hasta las 14:00 horas, cuando la concentración más colorida del Ángel empezó a desfilar hasta el Zócalo. Los primeros contingentes estaban formados por grupos reivindicativos, que exigen una normativa judicial y social, para gays, lesbianas y transexuales. Aunque uno de los camiones que fueron a la cabeza, fue el de la compañía Google, que portaba a 40 personas animando y bailando, con el logo de la empresa más importante del mundo en arco iris.
El Paseo de la Reforma se empezó a llenar de estoperoles, cuero, torsos musculosos, transvestidas y mucha fiesta. “Esos mirones, también son maricones”, exclamaban algunas para que los ciudadanos quienes se encontraban en las orillas, se unieran a un desfile, más que a una marcha.
En ese detalle hicieron hincapié unos tapatíos que habían venido expresamente al DF para el evento: “nos parece divertido, pero pensamos que hace falta más contenido, más lucha”.
La nota contestaria la puso el Bloque Rosa frente al Senado, quienes aventaron globos con pintura y unas mantas contras las declaraciones homófobas de políticos del PAN. También el Hemiciclo a Juárez, recibió a los manifestantes menos bailadores, quienes bajo pasamontañas de colores, expresaron su inconfromidad contra los famosos leones blancos, que terminaron teñidos de rosa feminista.
Eran las cuatro y media de la tarde, cuando apenas la cola de la marcha pasaba la glorieta de Colón. Besos, miradas con mucha testosterona y gestos diversos de conductores que manejaban en los carriles de la avenida que estaban habilitados a la circulación, era el panorama que podría encontrar cualquier indiferente que pasará por la zona.
Los Osos, gays peludos y barbones con pinta de leñador, tenían a una gran comitiva bailando al son del DJ de su camión. Era un día para exhibirse, y sobre todo, para hacerse visible en un país que ocupa la segunda posición mundial en crímenes de odio contra los homosexuales.
“Puto es la última palabra que han escuchado miles de personas antes de ser asesinadas”, decía una pancarta que portaba un grupo de travestis, en alusión a la reciente polémica de la afición mexicana en Brasil. Condones con el logo del GDF eran regalados por docenas desde los carros con bailarines y la música seguía ‘in crescendo’.
El clímax, después de seis horas, llegó en el Zócalo de la mano de la cantante Miriam, quien ofreció un concierto en el corazón de la ciudad.
Los colores de la comunidad gay, lésbica, transexual y bisexual seguramente se diluirán hasta mañana, cuando el país se vista de verde selección y olvide que un 28 de junio de 1969, unos jóvenes de Stonewall, EU, dijeron: “basta a la intolerancia y a la discriminación”.