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MÉXICO, DF, 21 de septiembre de 2014.- La Agencia Central de Inteligencia (CIA) de EEUU auspició la consolidación del cártel de Jalisco en los años ochenta, en contubernio con altos funcionarios de seguridad del Estado mexicano, asegura el escritor Jesús Esquivel en entrevista con la agencia EFE que publica este domingo el diario español La Vanguardia
El autor del nuevo libro La CIA, Camarena y Caro Quintero afirma que el agente de la agencia antidrogas de Estados Unidos (DEA) Enrique Camarena fue asesinado en 1985 no como castigo de los narcotraficantes, como sostuvo la versión oficial, sino debido a que descubrió el vínculo entre el narcotráfico y la CIA.
«A Camarena no lo mataron por descubrir el rancho El Búfalo sino porque descubrió la conexión de la CIA con el narcotráfico», asegura Esquivel.
Caro Quintero, que fue arrestado en 1985 en Costa Rica, acusado del asesinato de Camarena y de su piloto, Alfredo Avelar, fue liberado en 2013 después de 28 años de cárcel por un controvertido fallo de un tribunal, invalidado después por la Suprema Corte.
Casi 30 años después del asesinato, Esquivel, que también es periodista, tuvo acceso a documentos, habló con el responsable de la investigación del homicidio y entrevistó a testigos protegidos, expolicías que actuaban como escoltas de los principales narcotraficantes del cártel.
Según la investigación del agente Héctor Berreyez, el 6 de febrero de 1985 Camarena fue secuestrado por un grupo de policías que estaban al servicio de los narcos y fue llevado a una casa propiedad del cuñado del expresidente Luis Echeverría, Rubén Zuno Arce, donde fue torturado y asesinado.
Los testigos afirman que en esa casa se encontraban entre otros el exsecretario de Gobernación Manuel Bartlett, actual senador de un partido de izquierda; el exsecretario de Defensa Juan Arévalo Gardoqui, fallecido en 2000, y un operador de la CIA en México, el cubano Félix Ismael Rodríguez, quien interrogó a Camarena antes de que éste fuera asesinado.
Rodríguez, alias ‘el Gato’ o ‘Max Gómez’, había participado en diversas operaciones de la CIA, entre otras la invasión a Bahía de Cochinos, Cuba, en 1961, y la captura y asesinato del Ernesto ‘Ché’ Guevara en Bolivia.
Caro Quintero, quien tenía fama de violento, ordenó la tortura que provocó la muerte Camarena, lo que desató un conflicto durante los siguientes años entre ambos países, en particular con el secuestro del médico Humberto Álvarez Machain, quien presuntamente mantuvo con vida a Camarena para poderlo interrogar.
En el libro se señala que los agentes de las fiscalías federal y estatales colaboraban con los narcotraficantes mientras los agentes de la Dirección Federal de Seguridad trabajaban con la CIA.
Esquivel asegura que el cártel de Guadalajara, que era encabezado por Ernesto Fonseca, ‘don Neto’; Manuel Salcido, ‘el Cochiloco’; Miguel Ángel Félix Gallardo, ‘el Padrino’, Rafael Caro Quintero y Juan José Esparragoza, ‘el Azul’, sentó las bases sobre las que operan todos los actuales narcotraficantes.
El escritor afirma que la CIA había establecido relaciones de complicidad con el cártel como un medio para apoyar a los ‘contras’ nicaragüenses, un grupo armado por Estados Unidos que combatía al primer gobierno del Frente Sandinista de Liberación Nacional.
Según las investigaciones, la CIA financiaba a ese grupo con el tráfico de cocaína desde Colombia que entregaba al cártel de Guadalajara y facilitaba su ingreso a territorio estadounidense, al tiempo que entrenaba a los «contras» en un rancho de Caro Quintero en el estado de Veracruz.
Esquivel explica que en esa década, el entonces presidente estadounidense Ronald Reagan ordenó a la CIA evitar la influencia soviética en Centroamérica y se valió de todos los medios, incluyendo a los narcotraficantes, para lograrlo.
El autor agrega que su libro derriba otro mito creado por los medios: que el médico Álvarez Machain fue secuestrado por la DEA. Afirma que, por orden directa de la Casa Blanca, la agencia antidrogas contrató a exmilitares mexicanos que lo secuestraron y entregaron a la DEA en la frontera con Estados Unidos, aunque un juez lo devolvió a la postre a México.
Tras la muerte de Camarena, los principales capos del cártel de Guadalajara fueron capturados y encarcelados para apaciguar las protestas de Estados Unidos, aunque la organización creció y sus herederos crearon nuevos grupos por todo el territorio, por lo que el narcotráfico se mantuvo igual con la complicidad de las autoridades.
Los herederos de ese cártel, Joaquín el Chapo Guzmán, Ismael el Mayo Zambada y otros como Amado Carrillo Fuentes, los hermanos Arellano Félix y los Beltrán Leyva, crearon sus propios feudos, aunque ya han sido desplazados por los nietos de aquella primera generación de narcos.