Visión financiera/Georgina Howard
Primero los segregaron del ámbito laboral: impidieron su contratación y los ‘cazaron’ para jubilarlos. Hoy las empresas ansían contratarlos. Son los ‘baby boomers’, aquellos que nacieron entre 1946 y 1960, trabajadores más valorados en las organizaciones de todo tipo en México y el mundo.
La razón principal de esta nueva tendencia es que las empresas buscan minimizar errores y multiplicar aciertos, por ello “necesitan experiencia”.
Frank Lloyd Wright, famoso arquitecto estadounidense, de cuyas obras destaca el Museo Guggenheim de New York, expresó: “Un experto es un hombre que ha dejado de pensar: sabe.”, frase que, cierto, no se refiere a la acepción de experto como especialista sino como aquél hombre con experiencia que su saber no deriva de una deducción lógica o del aprendizaje teórico o académico, sino de una vivencia real, en la que no solo se enfrentó con un problema particular en más de una ocasión, sino que seguramente lo superó en cada caso de diferentes formas.
Este valor intrínseco de la experiencia, que difícilmente se puede referir caso por caso en el currículo de un profesionista, tiene hoy en día más reconocimiento en el mercado laboral de lo que pensamos, especialmente en países como España, en los que un valor agregado de los adultos mayores de 50 años es, a diferencia de los jóvenes, haber vivido varias crisis económicas, lo que incuestionablemente otorga un enfoque más amplio cuando se trata de resolver problemas complejos con recursos limitados.
Aunque lo anterior suene difícil de comprobar, y puedas pensar que la experiencia no siempre garantiza resultados específicos, por alguna razón te preferirías ponerte sin pensarlo bajo el ojo clínico de un médico de 50 años que el de uno de 30 si te dieran a elegir, entonces por qué no pensar así al momento de elegir un candidato para un puesto estratégico de tu empresa.
En suma, la experiencia profesional hoy por hoy resulta el activo más valioso que las empresas exitosas esperan encontrar en sus puestos directivos.
Pero a los baby bommers no sólo los caracteriza la experiencia sino la prudencia, nota distintiva de la madurez.
En una sociedad que rinde culto a la juventud (prueba de ellos son los medios de comunicación) es común atribuir a los carentes de años, una serie de virtudes como son la agilidad mental, la generación de nuevas ideas, el ímpetu y hasta la ambición, especialmente esta última característica atrae a las empresas a contratar jóvenes por encima de adultos mayores, pues se tiene la creencia de que los primeros trabajarán por más tiempo, con más intensidad y por menos dinero, que obviamente gozarán de una mejor salud y tendrán en general una mejor actitud.
Sin embargo, considerar sólo el lado bueno de las cosas, es una receta perfecta para perder la objetividad y cometer errores. ¿Qué hay de los mayores de 50 años?
“No soy tan joven como para saberlo todo”, decía Oscar Wilde, revelando un ejemplo muy claro de virtud que generalmente se adquiere con los años: la prudencia, vista no como un sinónimo de discreción, sino como la capacidad de deliberar bien, es ciertamente una cualidad propia de quienes piensan, entienden y luego actúan.
La capacidad de la deliberación no está reservada para quien más años tienen, pero tampoco es característica arquetípica de la juventud, que es impaciente para hacer notar que sabe y que tiene la respuesta a cualquier pregunta en la punta de la lengua.
Bajo la clara fortaleza que brinda la prudencia, las empresas deben apostar a una composición de una plantilla laboral más heterogénea en edades a fin de no prescindir de frescura pero tampoco de madurez en la toma de decisiones.
Otra razón de la revalorización de los mayores de 50 es que a mayor edad mayor satisfacción profesional. Los empleados mayores a 50 años revelan una mayor satisfacción en sus trabajos. Siete de cada diez trabajadores mayores de 50 dicen sentirse satisfechos en sus trabajos, comparado con uno de cada dos para los trabajadores de entre 25 y 31 años.
El mensaje debe ser claro a los que buscan trabajadores, se debe tener un porcentaje de trabajadores mayores en la plantilla pues están satisfechos, felices, cómodos, no están buscando cambiar y son positivos y no negativos. Además, los mayores de 40 tienen una formación académica más integral.
En el mercado laboral de los próximos diez años, se apreciará un fenómeno consistente en que el grueso de profesionales universitarios y con mayor formación académica se concentrará en mayor grado en personas de mayor edad.
Este fenómeno, se debe a que una parte de los jóvenes de hoy sólo quieren puestos sin demasiada formación que puedan satisfacer a corto plazo sus necesidades económicas.
El aumento en la tecnificación de los estudios superiores ha generado que los jóvenes que prefieren este tipo de formación a la universitaria se inserte más pronto en el campo laboral, sin embargo la tecnificación y sobre-especialización, si bien es atractiva a corto plazo, está reduciendo cada vez más ciertos perfiles profesionales cuyo principal atractivo es precisamente la “universalidad” de enfoques, que son propios, valga la redundancia, de la formación universitaria, que por un tiempo fue la única forma de educación para quienes hoy superan los 30 años de edad.
Bajo tal orden de ideas, los puestos que requieren una formación más integral, como lo son los puestos directivos o multidisciplinarios, seguramente estarán concentrados en quienes superan hoy los 35 años de edad, y en el futuro en quienes sacrifiquen la visión de corto plazo por el enriquecimiento que ofrece y ofrecerá la formación universitaria tradicional.
Finalmente, según datos del Consejo Nacional de Población, para el año 2020, la población mexicana reflejará el envejecimiento de la población, el sector menor a los 15 años representará el 22.04%; el ubicado entre los 15 y 34 años el 32.58%; mientras que la población entre 35 y 64 años se incrementará significativamente al 37.15%; la población de 65 años y más representará el 8.22% de la población, el doble de lo que se registra actualmente.
Si se mantiene esta tendencia para el 2050, habrá un adulto mayor por cada dos mexicanos, ello supone retos pero también que seremos una población más sabia y depende de nosotros que sea más próspera.