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MEXICO, DF, a 29 de mayo de 2015.- “La brigada está como muy silenciosa”, dice Xóchitl Gálvez, a unos minutos de iniciado su recorrido proselitista en la calle José Morán, en la colonia San Miguel Chapultepec.
A cinco días de que concluya su campaña y a nueve de las elecciones del 7 de junio, la candidata a jefa delegacional del Partido Acción Nacional (PAN) por Miguel Hidalgo sale a buscar el voto. Es poco antes del mediodía, el cielo está encapotado por las nubes, el ánimo es discreto. Es sólo hasta que Gálvez saca su frase a que quienes la acompañan, una brigada de alrededor de 15 personas que llevan propaganda, bolsas y pulseras y apuntan las principales demandas de los vecinos, se despabilan.
Una mujer con su playera blanca de Xóchitl Gálvez dice que a ella le reclaman que es muy gritona. Pero apenas lo expresa y se desahoga: “Se ve, se siente, Xóchitl está presente”. Sí, es muy gritona.
Sus palabras llaman la atención. De la clínica del ISSSTE ubicada en Rafael Rebollar se asoma una señora de la tercera edad y al ver a Xóchitl Gálvez le pide, achacosamente, que le regale una bolsa. La candidata accede y dice que se la va a mandar.
En la esquina de Morán y Rafael Rebollar la aspirante se acerca a cuanto transeúnte pasa y se presenta. Les pregunta si quieren votar por alguien como ella.
“¿Le interesa apoyar una mujer, ingeniera, entrona y con muchos huevos?”, les dice con su sonrisa y los desarma y mientras reaccionan les coloca una pulsera en su muñeca a los potenciales votantes, hombres o mujeres.
Otras personas toman la iniciativa y son ellos quienes se presentan y le piden una de las bolsas azules con el logo del PAN que las brigadistas llevan.
A partir de ahí el recorrido se anima. La hidalguense se mete a tiendas, a talleres, a vecindades, a casas, les pregunta cuáles son los principales problemas de la colonia. Algunos hablan de seguridad. Otros se quejan de la ciclovía que obliga a dejar los autos en el segundo carril; por la senda pasan escasos ciclistas que por la forma como manejan pareciera que los peatones tienen prohibido pasar por ahí.
Gálvez es directa y clara. Un hombre expone que hubo un cambio de uso de suelo y le pide a la candidata cambiarlo, y a cambio le ofrece promoverla electoralmente.
Ella lo ataja. “No me gusta decir mentiras” y no se compromete a nada, más que a escucharlo. En lo que ambos coinciden es que el anterior delegado, Víctor Hugo Romo, le falló a la delegación.
Una muestra de su sinceridad es cuando una señora pregunta por qué no les dan playera.
«Porque estamos pobres», responde la candidata, mientras le coloca una pulsera.
En el camino se encuentra a panistas que le aseguran que con ella recuperarán Miguel Hidalgo, o con un hombre que galante le dice “gracias, Hermosa”, en cuanto ella le da su pulsera.
En una descuidada vecindad se mete para convencer a quienes estén presentes. Algunos inquilinos no están, otros la reciben. Cuando la candidata sale del inmueble un señor de la tercera edad que necesita un bastón para caminar se acerca y la saluda, ella se presenta y no sólo se limita a pedirle el voto, sino que le ofrece su brazo para que llegue a las estrechas escaleras, que todavía debe subir para llegar a su cuarto de vecindad.
En lo que los expertos llaman “campaña de tierra”, Gálvez no sólo es candidata, también pega sus propias calcomanías, le pone a la gente sus pulseras, les regala las bolsas, toca puertas, le pregunta a tenderos y a encargados de talleres cómo están.
“Es una campaña de tierra, casa por casa, cuando hay tope de campaña tan bajo pues no te puedes dar el lujo de poner espectaculares, comprar vallas y la única manera que te conozcan es tocando puertas, recorriendo las calles,”, explica y retoma su recorrido, previsto para durar tres horas.