Corrupción neoliberal
México es el único país de América y Europa que conserva tesis impresas del siglo XVI; en el Archivo General de la Nación se conservan cuatro mil 120 documentos impresos entre 1584 y 1856, de los cuales 43 son tesis presentadas para obtener un grado en la Real Universidad de México, reveló la doctora Rosa María Fernández de Zamora. Ni la Universidad de Alcalá de Henares, en España, ni la Sorbona de París, en Francia, cuentan con tesis impresas de ese periodo; las tienen del siglo XVII, apuntó.
Al dictar la conferencia ‘La imprenta en México en el siglo XVI. Orgullo de América’, con la que se abrió el ciclo ‘Historia del libro en México en el 475 aniversario de la primera imprenta en América’ en el Centro de Estudios de Historia de México Carso, Fundación Carlos Slim, la especialista precisó que de esas tesis cinco son de doctorado, 11 de licenciatura, 14 repetitio y reelectio y 12 quidibertos.
Señaló que la imprenta llegó a la Nueva España hace 475 años, en 1539, y fue el primer país fuera de Europa en contar con esa entonces novísima tecnología que cambió la transmisión del conocimiento en aquellos tiempos.
Fernández de Zamora, quien tiene el doctorado en bibliotecología y estudios de la información por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), recordó que en el siglo XV Juan Gutenberg vio la necesidad de producir libros más rápido y en mayor cantidad, y ello lo llevó a crear los tipos móviles para la imprenta, con lo cual revolucionó a la industria, el comercio y la cultura. Con la técnica anterior, la impresión de un libro tardaba hasta seis meses, mientras que la movilidad de los tipos hacía posible imprimir varios ejemplares en un día.
Entonces el virrey Antonio de Mendoza y fray Juan de Zumárraga vieron la necesidad de traer la imprenta al continente americano tanto para la evangelización como para la enseñanza, pues los libros traídos de España, donde la imprenta existía desde 1474, eran inadecuados para enseñar la religión y el español a los indígenas, así como para educarlos.
El primer impresor con el que Zumárraga se comunica es Juan Cromberger, quien manda a la Nueva España a su ayudante Juan Pablos, que debía firmar sus impresos con el nombre de su patrón, relató Fernández de Zamora, e hizo un recuento de los impresores que se establecieron en la colonia: Juan Cromberger, Juan Pablos, Antonio de Espinosa, Pedro Ocharte, Geónima Gutiérrez/ P. Ocharte, Pedro Balli, Antonio Ricardo, la viuda de Pedro Ocharte, Cornelio Adrián César, Melchor Ocharte y Enrico Martínez; todos tenían sus imprentas en el centro de la ciudad de México, a excepción de la familia Ocharte que trabajaba en Tlaltelolco.
En el siglo XVI se imprimieron libros, folletos, tesis y hojas sueltas (novenas o cartas poder), en total cerca de 300 documentos, aunque no hay una cifra exacta, comentó la experta, quien realizó una investigación exhaustiva sobre el material impreso en la Nueva España, del cual una buena cantidad está en universidades extranjeras.
La doctora Fernández localizó 131 títulos originales de libros y folletos en bibliotecas mexicanas y de otros países, de los cuales 37 son ejemplares únicos. De éstos, 20 están en Estados Unidos, nueve en México, seis en Europa y dos en Chile, precisó.
Las cinco bibliotecas que tienen mayor número de títulos originales son la Cervantina del Instituto Tecnológico de Estudios Superiores de Monterrey (ITESM) con 63, la John Carter Brown de la Providence University con 63, la Hungtinton con 52, la British con 49, la Benson de la Universidad de Texas, en Austin, con 47, la Biblioteca Nacional de la UNAM con 27 y la del Centro de Estudios de Historia de México Carso con 20. La mayoría de estas instituciones obtuvieron su acervo mediante la adquisición de colecciones privadas.
Algunos de los ejemplares únicos que Fernández de Zamora contabilizó, son el ‘Manual de adultos’, que data de 1540 y fue impreso en México; la ‘Doctrina cristiana’ y ‘Semanario de indulgencias y perdones’, de 1584 (en posesión de la Benson Library de Texas). La Universidad Iberoamericana también conserva un ejemplar único impreso en 1600 por Enrico Martínez.
En su investigación la doctora en bibliotecología hizo hallazgos de títulos no conocidos o perdidos, como el ‘Psalterium chorale’ que fue impreso en 1563-64 por Gerónima Gutiérrez y que ahora pertenece al acervo de la Lilly Library, donde también está el ‘Libro de la vanidad del mundo’, que data de 1569 y tiene la marca de impresión de Antonio de Espinosa, célebre por la creatividad artística de sus trabajos, la estructura de sus impresos y la calidad de los grabados utilizados.
La ponente recordó que en el siglo XVI había que pedir permiso a la Corona para imprimir libros e indicó que los colofones de las obras de esta época resultan importantísimos para los investigadores porque ofrecen mucha información sobre los impresos, además de que contenían el número de ejemplares editados. También apuntó que la mayoría de los libros del siglo XVI tienen portada.
Su acuciosa búsqueda arrojó resultados valiosos para todos los bibliófilos, pues los libros y folletos localizados fueron de 60 autores, ocho mexicanos y 42 europeos; 48 religiosos y 12 laicos. Se escribieron en castellano, latín y ocho lenguas indígenas, con 88 títulos de tema religioso y 48 de asuntos profanos.
Fernández de Zamora expuso a los asistentes al Centro de Estudios de Historia de México, en Chimalistac, Distrito Federal, que los libros de música impresos en Nueva España destacaron por su belleza, además de que fue el único lugar fuera de Europa donde se hizo este tipo de ediciones. El primero que se imprimió era de los Agustinos e incluía cómo tocar las campanas; el ‘Graduate dominicale’, de 1576 lo tiene en su acervo la Biblioteca Nacional de la UNAM.
La producción bibliográfica exclusiva de la Nueva España consta de textos universitarios para clases de ética, libros de guerra y navegación, libros de gramática y vocabularios en lenguas indígenas que sirvieron de modelo a otras colonias hispanas. Por cierto, en 1584 México mandó a Antonio Ricardo para que hiciera impresos en Perú.
Las tesis universitarias son una tradición heredada de la Real y Pontificia Universidad de México que persiste hasta hoy día. Hay que recordar, dijo Fernández de Zamora, que en la fundación de ésta no intervino la Iglesia, por lo que era laica y fue la primera en el nuevo mundo en que los estudios superiores se hicieron fuera de los conventos.
Los impresos llamados tesis en el siglo XVI eran anuncios o invitaciones a los actos académicos que debían ser públicos, todos ellos previos a la elaboración de la verdadera tesis para obtener un grado universitario; en la Universidad de Salamanca esas tesis se iban a la basura, o reciclaban el papel, y por ello no conserva ninguna de ese periodo.
A manera de conclusión, Fernández de Zamora dijo que el estudio de los impresos mexicanos del siglo XVI ha permitido descubrir un mundo maravilloso de creatividad y originalidad.
El ciclo de conferencias sobre la historia del libro en México continuará todos los lunes a las 18:00 horas, hasta el 15 de diciembre.