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CIUDAD DE MÉXICO, 27 de febrero de 2016.- “Ha quedado demostrado una vez más que el sargento Nuño miente, que no somos unos cuantos”, dijo, agitado, el líder de la sección 9 de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE), Enrique Enríquez, luego de informar a sus compañeros el resultado de su conversación con el director de audiencias de Presidencia, Carlos Cámara.
Con esas palabras se refería al secretario de Educación Pública Aurelio Nuño y también expresaba su sentir sobre la convocatoria lograda en su tercera marcha esta semana en la capital, que algunos dicen fue la más numerosa y reunió a diferentes contingentes que acudieron al llamado de los maestros.
La marcha empezó hora y media tarde y al inicio se veía poco quórum en el lugar de la cita, el antimonumento a los 43, en la esquina de Reforma y Bucareli, en el centro. Cuando por fin empezó, a eso de las 12:30 horas, había una temperatura de 25 grados centígrados y un sol a plomo.
Al principio no se veían tantos contingentes, pero había maestros de la capital, de Oaxaca, de Michoacán, de Zacatecas, de Guerrero, de distintos estados y en el camino se unieron otros, como el Sindicato Mexicano de Electricistas (SME) en Reforma e Insurgentes, o los panchos villas, con su viejo y colorido camión, o también la Organización Nacional del Poder Popular (ONPP), que se unió en Río Rhin al contingente.
Nada detenía a los manifestantes, ordenados, que gritaban sus consignas algunas ya personalizadas contra Nuño como aquella de “la lucha de este puño acabara con Nuño” y también aplicaron el “Fuera Nuño, fuera Nuño” y el ya repetido “Fuera Peña, fuera Peña”.
Mientras marchaban por Reforma y caminaban frente al Senado, a la Palma, la Bolsa de Valores, la embajada de Estados Unidos, El Ángel, La Diana Cazadora, la Torre mayor, el calor se intensificaba, lo que fue aprovechado por vendedores de sangrías que las ofrecían a 25 pesos y aguas de litro y medio a 10.
El sol obligaba a algunos a comprarse su paraguas “por 50 pesos jefe”, a otros a buscar desesperadamente sombritas, y además la contingencia se cernía sobre los manifestantes y toda la zona metropolitana de la Ciudad de México. A las 13 horas los índices Imecas rebasaron los 100 puntos en Pedregal y por ahí de las 14 ya estaban a 142 en Xalostoc, en el corredor industrial del Estado de México.
Era cuando un número importante de maestros ya estaban frente al circuito Gandhi, en Chapultepec; algunos aprovechaban para tomarse fotos junto a los balones monumentales y coloridos de la FIFA, pero la mayoría ya lucía los estragos del cansancio y descansaba y bebía sus agüitas o sus sangrías bien frías.
Ya faltaba poco para llegar a Chivatito, el sitio más cercano a Presidencia donde podrían acercarse, pero el calor y la contingencia lo hacían parecer cuesta arriba.
Cuando todos los contingentes llegaron algunos aprovecharon para irse, como los de la ONPP que aprovecharon la cercanía del metro Auditorio y hacia allá se enfilaron; ya a esa hora, pasaditas las tres, la delegación Gustavo A. Madero registraba 165 puntos Imecas, lo que significaba prácticamente la declaratoria de contingencia ambiental, tal como ocurrió minutos después.
Otros integrantes de la marcha, como los padres de Ayotzinapa, también se marcharon antes, pero en su caso porque tenían un largo viaje a Guerrero, donde preparan una asamblea nacional popular para junio. Respetuosamente, casi apenados les avisaron a los maestros y se retiraron.
Pero el grueso de maestros permaneció y las primeras gotas de lluvia no los amedrentó, pero sí atrajo a los oportunos vendedores de impermeables desechables ‘a 10 a 10 pesos’, como dirían ellos.
Como a las 4 por Chivatito llegó festivamente el contingente representativo que entró a presidencia. Estaba compuesto no solo por maestros, sino por jornaleros de San Quintín representados por Fidel Sánchez Gabriel y macheteros de San Salvador Atenco, encabezados por la incombustible América del Valle.
Habían sido recibidos por el poco conocido Carlos Cámara, director de Audiencia Ciudadana de la Presidencia, quien les prometió escucharlos en su petición de entablar una mesa de diálogo para discutir la reforma educativa y que ya no habría represión contra ellos, informó Víctor Zavala, dirigente de la CNTE en Michoacán.
Los maestros aprovecharon para decir que ellos tenían voluntad política, que se quedarán como parte de las acciones de la huelga nacional magisterial. Se veían contentos por la numerosa marcha y uno de ellos gritó en el micrófono: “Es mentira, no estamos solos”.