Libros de ayer y hoy/Teresa Gil
A pagar
Ahora, cuando nuestro novel recaudador de rentas nos pronostica reducción, por la falta de dinero, en varios rubros: educación, trabajo, empleo, infraestructura, en todos sentidos, se nos ocurre, antes de que llegue 2016, recordar al aún no adulto mandatario que para quien navega sin rumbo, ningún viento es favorable, y la siguiente anécdota acaso logre iluminarlo para concretar sus ofrecimientos. Vaya “sus recuerdos del porvenir”, ni más ni menos.
Cuentan que en Francia, antes de la Revolución Francesa y durante el «despotismo», donde el Rey era «El Estado», el cobrador de Impuestos le acercó una nueva propuesta: aumentar la recaudación. En esta proponía cobrar más dinero a los cresos del reino.
El monarca, ante la ingenuidad de su subordinado le dijo: «no, mi querido súbdito. A los ricos ya no… Son mis amigos casi todos, y si los hacemos enojar ya no me van a invitar a sus fiestas, francachelas, guateques, bautizos, bodorrios.
“Todos ellos y nosotros somos ‘gente guapa»‘ y no les podemos hacer eso. Además ¿cuántos hay en el Reino? ¿Cuánto más podríamos recaudar? No, no, no. Eso ni pensarlo. Además ¿no te das cuenta de que tienen dinero y poder y se nos pueden marchar a otro reino llevándoselo todo? Pero te lo agradezco y perdono, no tienes el conocimiento que yo tengo».
Se fue el empleado, todo agitado y regresó con una nueva propuesta. Cuando se la presentó al Rey éste dijo: «A los pobres tampoco”. A esos de dónde les podemos sacar dinero. Apenas tienen para comer. Además, muchos de ellos lo son por flojos, por ignorantes, por viciosos… y nunca saldrán de su pobreza. No, con ellos no te metas. Déjalos como están. Así viven contentos o tranquilos, sin ambiciones. Ni hay que alborotarlos…
“Además…, son los que votan.»
Todo desorientado el cobrador de impuestos le preguntó: «Entonces, su majestad, oriénteme ¿Qué me sugiere usted para recaudar más?»
Y el Rey le dijo: «Cóbrales más a los de la clase media, a los que son burgueses, a los profesionales, a los comerciantes, a los académicos, a los científicos, a los músicos, a la mediana burocracia, etc., etc., etc… A esos sí»
El economista, eso era, contestó: «Pero su majestad, a ellos ya se les cobra. A ellos son a los que siempre se los aumentamos. Se van a enojar». Y el Rey respondió: «Es posible, pero tienen algo que las otras clases no tienen: sueños y ambiciones. Y el mayor es ser ricos algún día. Y por lo mismo estudian, estudian y estudian; trabajan, trabajan, y trabajan. Y sí, se van a molestar por tener que pagar más impuestos, pero su sueño va a estar por sobre su enojo, y por lo mismo van a seguir en el estudio, en el trabajo con la ilusión, siempre de tener mucho.
“Tampoco nos conviene que lleguen a tenerlo porque luego ¿Quién pagaría impuestos? Por esas razones a ellos es a los que hay que cobrarles más”.
Y para justificarlo, el joven monarca expresó una máxima, aún en uso:
“Recuerda, los pobres votan, la clase media paga impuestos y los ricos son los dueños de todo lo que tenemos, nos celebran y nos invitan a sus fiestas».
El receptor se quedó impresionado de la sabiduría y agudeza mental del mozalbete en turno y ni tardo ni perezoso se fue a cobrar más impuestos a la clase media.
Debemos aclarar que esto ocurrió, primero en siglos pasados. Pero la enseñanza prevalece entre nosotros actualmente. Díganme si no.