Libros de ayer y hoy/Teresa Gil
La música
La música, dice don Fernando Calderón Ramírez de Aguilar, es el segundo amigo, grande y predilecto. Las obras musicales se han formado a través de los siglos por diversos autores. Te han otorgado en cada nota, parte de su espíritu. Para unirse con el tuyo y darle alegría y paz a tu vida. Incluimos también a otros, mexicanos, famosos, para unirnos a su razón. Con toda proporción guardada, por supuesto.
Por ejemplo, don Agustín Lara, con su “María Bonita”, “Madrid”, “Farolito”. Y Ochocientas cuarenta y seis más, que perviven en el ánimo.
Qué decir de Consuelito Velázquez, con “Bésame mucho”. Cantada en todos los idiomas.
O Armando Manzanero con “Cuando estoy contigo”, que en su primer estrofa: “cuando estoy contigo no sé qué es más bello si el color del cielo o el de tu cabello. No sé de tristezas, todo es alegría. Sólo sé que eres tú, la vida mía”.
Juan Gabriel, con “Querida”. Que levanta el ánimo de quienes la escuchan, no sólo en piano, sino con orquesta. Tiene muchas, que solo, en su hogar, con su piano. También escuchas.
Y de otra época, como Juventino Rosas, con su “Sobre las olas”. Poética.
Hay, por supuesto, decenas, cientos miles más. Pero coincidamos, con nuestro tutor musical, que es preferible siempre escuchar música y más si es de calidad:
Conforma el área de escucha de tu cerebro de forma paulatina. Sucederá principalmente con la música clásica. Puede encontrarse también en otro tipo de armonía. Lo que dijimos al principio. Y no se descarta, que la música clásica está dividida en espacios.
Todas las obras son agradables al oído. Sin embargo hay que tomar el tiempo que más te agrade. Poco a poco al escucharla descubres piezas musicales, instrumentadas o cantadas, que fascinan y llevan a ser amante fiel de una era durante toda tu vida.
Los espacios más escuchados son en los que su música proporciona mayor sensación de paz.
Desde luego, el barroco en donde predomina el órgano y el clavicordio.
El clásico y el romántico tiempos en que nace el piano, tal como lo escuchamos en la actualidad. Lapsos en donde la música y el canto son abundantes.
Proporcionan mayor paz interna y gran alegría.
En los tres últimos encontrarás, por ejemplo, a Corelli, Vivaldi, Haendel, Chopin, Beethoven, Rachmaninoff, Grieg, Tchaikovsky, Mozart, Haydn, Paganini, Brahms, Bruch, Liszt, Mendelssohn, Wagner, etcétera.
En la música moderna, hermosísima, te saludaran, Ravel y George Gershwin, Delius, etcétera.
Y el periodo del siglo XX en adelante, es de escucha difícil y sólo lo podrás apreciar después de haberte saturado de los anteriores tiempos.
La música cantada es más difícil de apreciar y solo se logra con los años:
Los cantos gregorianos, producen gran paz y tranquilidad. Su belleza se impone según los monjes que los cantan en las diferentes abadías.
En la época moderna la ópera, fácil de asimilar y además sumamente bella. O la opereta sobre todo de Lehar, Stolz, Kalman con sus grandes intérpretes: Richard Tauber, Placido Domingo, Beczala Pavarotti, Carreras, Kiri Te Kanawa, Joan Sutherland, Renata Tebaldi, entre otros.
Una pequeña digresión: La música hay que amarla incesantemente. Es la paz del alma. Interviene en la curación de algunas enfermedades Y da ánimo por lo que hay que tenerle un gran respeto. Su maridaje natural son los libros.
Y ese silencio que siempre te acompaña a escucharla con alegría, atención, en paz, te borrara la tristeza, te quitara la depresión y alimentara tu espíritu en forma insospechada.
Tendrás la sensación de que tu vida se alarga. Que ya no es breve. El sonido será eterno y se reproducirá cada vez que lo necesites en forma espontánea.
Recuerda, concluye nuestro amigo y médico oaxaqueño, que la música tiene alma y te busca imperiosamente. Y que nosotros nos atrevemos dar un añadido: te hace olvidar cosas que te entristecen. Y recuerdan las que te alegraron.
Y el tercer amigo, el perro, que no reemplaza a nadie. Simplemente lo acompaña. En breve.