En las Nubes/Carlos Ravelo Galindo

Mujer, llena eres de gracia

Hoy, 12 de diciembre, hace más de 400 años, Guadalupe, la Virgen María, se apareció a Juan Diego, en el cerro del Tepeyac.  Desde entonces es la Patrona de los mexicanos, y de América, creyentes o no. ¿Y los agnósticos?

A éstos últimos, que preguntan no necesitamos decirles, pero lo hacemos, que también  en este mes  celebramos a la inmaculada concepción de María.

Cada 8 de diciembre, la Iglesia celebra el dogma de fe que nos revela que, por la gracia de Dios, la Virgen María fue preservada del pecado desde el momento de su concepción. Es decir desde el instante en que María inició su  vida humana. Vaya, para que  mejor se entienda: sin pecado original.

El Papa Pío IX el 8 de diciembre de 1854, en su bula Ineffabilis Deus:

«Declaramos, proclamamos y definimos que la doctrina que sostiene que la beatísima Virgen María fue preservada inmune de toda mancha de la culpa original en el primer instante de su concepción por singular gracia y privilegio de Dios omnipotente, en atención a los méritos de Cristo Jesús Salvador del género humano, está revelada por Dios y debe ser por tanto firme y constantemente creída por todos los fieles… (Pío IX)”.

La concepción es  el momento en el cual Dios crea el alma y la infunde en la materia orgánica procedente de los padres.  Es el momento en que comienza la vida humana. Reiteramos.

María, la mujer, quedó preservada de toda carencia de gracia desde que fue concebida en el vientre de su madre Santa Ana.  «Llena de gracia» desde su concepción.

Cuando hablamos de la Inmaculada Concepción no se trata de la concepción de Jesús quién, claro está, también fue concebido sin pecado.

El ángel Gabriel enviado por Dios le dice a la Santísima Virgen María: «Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo.».

Las palabras en español «Llena de gracia» no hace justicia al texto griego original que es «kecharitomene». Significa una singular abundancia de gracia, un estado sobrenatural del alma en unión con Dios.

Se referían a la Virgen María como la segunda Eva, que desató el nudo causado por la primera mujer.

También se refieren a la Virgen Santísima como la absolutamente pura. La iglesia Oriental ha llamado a María Santísima la «toda santa». Preservada del pecado por adelantado.

La Inmaculada Concepción de María no contradice la enseñanza sobre la realidad pecadora de la humanidad en general. Que  estaba encerrada en el pecado hasta la  llegada del Salvador.

El dogma de la Inmaculada Concepción de María no niega que ella fue salvada por Jesús. En María las gracias de Cristo se aplicaron ya desde el momento de su concepción.

El hecho de que Jesús no hubiese aún nacido no presenta obstáculo. Las  gracias de Jesús no tienen barreras de tiempo y se aplicaron anticipadamente en su Madre. Para  Él nada es imposible.

Por supuesto la Inmaculada Virgen María nos muestra la necesidad de tener un corazón puro.

Ella  es el mejor medio de que nuestra plegaria sea el medio por el cual se nos revele Jesucristo plenamente y nos lleve al buen camino.

Hace150 años, el beato Pío IX proclamó, como verdad de la fe católica, su preservación de toda mancha de pecado, en previsión de la muerte y resurrección de Jesucristo.

Su intacta belleza espiritual es fuente viva de confianza y de esperanza. Como Madre, Virgen Santa  reafirma  el camino de la vida como prenda de eterna salvación.

Nos ayuda a construir un mundo para que la vida del hombre sea siempre amada y defendida. Toda forma de violencia rechazada. Y tener  la paz buscada tenazmente por todos.

Por ello intitulamos este sencillo comentario como “Mujer, llena eres de gracia”. Porque decir mujer habla de todas. Hayan sido madres o aún no. Siembra amor también entre todo ser vivo.

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