Visión financiera/Georgina Howard
La siguiente es la carta que una canadiense pacifista escribió a las autoridades, quejándose del trato que se da a los terroristas detenidos en Afganistán, y a la que dio contestación el ministro de Defensa de Canadá, es cierta y fue publicada en todos los periódicos. Inclusive Derechos Humanos guardó “prudente” silencio. Aprovechamos este espacio para, al final, hacer algunos comentarios sobre nuestras protestas:
“Estimada ciudadana. Gracias por su carta en la que expresa la preocupación por el trato que damos a los terroristas talibaneses y de Al Qaeda en manos de las Fuerzas Armadas Canadienses.
“En atención a las quejas que recibimos de ciudadanos comprometidos como usted, hemos creado un nuevo programa de pacifismo e integración para los terroristas. De acuerdo con ese programa, hemos decidido seleccionar un terrorista y colocarlo bajo la dependencia de la familia de usted.
“El próximo lunes tendrá usted en su casa a Alí Mohamed Amé Ben Mahmud (puede llamarlo simplemente Amé). Espero que puedan tratarlo amablemente, tal como exigía usted en su carta de protesta. Lo más probable es que necesite usted contratar a algunos ayudantes para esa misión.
“Cada semana nuestro departamento le hará una visita de inspección para comprobar que se tienen en cuenta los principios de buen trato que exigía usted en su carta. Debo advertirle que Amé es un psicópata extremadamente violento, pero confiamos en que, con la sensibilidad que usted manifestaba en su carta, logrará superar ese inconveniente.
“Insistimos en que su huésped resulta extremadamente eficiente en el combate cuerpo a cuerpo y que puede matar con un lápiz o un cortaúñas, además, Amé es un experto en fabricar artefactos explosivos con productos caseros; así que tenga bien guardados esos productos, a menos que en su opinión esa decisión pueda ofender a Amé.
“El terrorista no querrá relacionarse con usted o con sus hijas (excepto sexualmente) puesto que él considera a las mujeres como meros objetos. Ese es un aspecto muy sensible, puesto que se le han observado tendencias violentas respecto a las mujeres que no cumplen con el atuendo islamista.
“Así pues, confío en que a usted no le moleste llevar el burka, de ese modo contribuirá a respetar la cultura y las creencias que manifestaba en su carta. Gracias otra vez por su preocupación. Agradecemos a las personas que como usted quieren ayudar e informaremos a nuestros conciudadanos de su cooperación. Buena suerte. Atentamente:
“Gordon O’Connor. Ministro de Defensa.”
A todos los amigos defensores de los derechos humanos en México, que se quejan del mal trato que las autoridades dan a los secuestradores, violadores, asesinos, etcétera, podríamos ofrecerles aceptar en sus hogares a algunos de ellos, para darles el trato “digno” que se merecen.
Hace poco, las madres de pandilleros encarcelados, realizaron una manifestación, exigiendo los «DERECHOS» de sus hijos. Acá está la respuesta de una madre ciudadana, hacia la madre que protestaba.
De madre a madre: «Vi tu enérgica protesta delante de las cámaras de TV, en la reciente manifestación en favor de la agrupación de presos y su transferencia a cárceles cercanas a sus familiares, y con mejores prestaciones. Vi cómo te quejabas de la distancia que te separa de tu hijo, y de lo que supone económicamente para ti, ir a visitarlo como consecuencia de esa distancia.
“Vi también toda la cobertura mediática que dedicaron a dicha manifestación, así como el soporte que tuviste de otras madres en la misma situación y de otras personas que querían ser solidarias contigo, y que contabas con el apoyo de algunas organizaciones y sindicatos populistas, comisiones pastorales, órganos y entidades en defensa de los derechos humanos.
“Yo también soy madre y puedo comprender tu protesta e indignación. Enorme es la distancia que me separa de mi hijo. Trabajo mucho y gano poco, idénticas son las dificultades y los gastos que tengo para visitarlo. Con mucho sacrificio sólo puedo visitarlo los domingos, porque trabajo incluso los sábados para el sustento y educación del resto de la familia. Felizmente, también cuento con el apoyo de amigos, familia, etc. Si aún no me reconoces, te lo explico: yo soy la madre de aquel joven que se dirigía al trabajo, con cuyo salario me ayudaba a criar y mandar a la escuela a sus hermanos menores, y que fue asaltado y herido mortalmente a balazos disparados por tu hijo.
“En la próxima visita, cuando tú abraces y beses a tu hijo en la cárcel yo visitaré al mío para depositarle unas flores en su tumba, en el cementerio. Se me olvidaba decirte: gano poco y sostengo la economía de mi casa, y a través de esos impuestos que pago, tu hijo ´dormirá en un colchón y comerá gratis todos los días. O dicho de otro modo: sostendré, con mis impuestos que me quita el gobierno, a tu hijo malhechor.
“Por último, Ni a mi casa, ni en el cementerio, vino nunca ningún representante de esas entidades llamadas organizaciones no gubernamentales (ONG) que tan solidarias son contigo, para darme apoyo, o dedicarme unas palabras de aliento. El tuyo, madre, mató a mi hijo, al que eduqué para servir, no a delinquir.”