Corrupción neoliberal
La esperanza
Sí, debe saber que representa la esperanza de creer otra vez, en la administración de justicia. El nuevo presidente del máximo Tribunal de Justicia del País tiene que restaurar la fe en ella, iniciada en l995 por don José Vicente Aguinaco Alemán, y que apagaron quienes lo sucedieron.
Justo, honesto y conocedor, Luis María Agullar Morales, asume la jefatura del Poder Judicial de la Federación, –la Suprema Corte y el Consejo de la Judicatura Federal– en difíciles momentos de la Nación. Uno –acaso el de mayor trascendencia– de los tres de esta unión que nos rige: Ejecutivo, Legislativo y Judicial. El sucesor de Juan Nepomuceno Silva Meza estará al frente hasta diciembre de 2018. Sin poder reelegirse nunca.
Los once ministros que integran la Corte tienen la obligación de velar por la inmaculadidad de la Constitución Política de México, tan vilipendiada. Y los siete consejeros –un juez de distrito, un magistrado unitario, un magistrado colegiado. Uno de diputados, uno de senadores. Y uno de la casa presidencial—con el ministro presidente al frente, vigilan a jueces y magistrados.
Su obligación, no obstante dimes y diretes, es mantener la coherencia. “Todos son inocentes, hasta que no se demuestre lo contrario”. Ha dicho Aguilar Morales. Justa lógica, que hasta hoy no se lleva al cabo. Mucho menos con el pueblo. Se incrimina lo mismo a ciudadanos comunes y corrientes que a funcionarios judiciales. Se les suspende, o se les mete a la cárcel sin haber llevado antes un juicio justo. Se les denigra. Se enloda su nombre y trayectoria, sólo por rumores. Contra ello está Aguilar Morales. Por los derechos humanos. Por la decencia en tribunales.
Las 32 votaciones de los diez ministros que quedan –el undécimo expiró recién– fue reproche sutil al joven mandatario de México que no ha propuesto candidato para suplir al ministro fallecido. Y fue la ministra Olga María Sánchez Cordero quien con su voto decidió el resultado. Nadie duda que doña Margarita Luna Ramos, don José Ramón Cossío Díaz, don Alberto Pérez Dayán, y don Juan N. Silva, llamada la “familia Judicial” quienes apoyaron a Aguilar Morales.
Ellos, los seis, han marcado una época en la administración de justicia al lado de dos presidentes de la Corte: don Ulises Schmil Ordoñez y don José Vidente Aguinaco Alemán.
El primero que dirigía la Corte con veintiséis ministros que jubiló Zedillo Ponce de León en diciembre de l994, fue iniciador de la reforma judicial. El segundo, que regresó el Máximo Tribunal de Justicia con once miembros, como ordenaba la Carta Magna de l917, la consolidó. Continuó con la fe en ella. Hasta que la desvirtuara David Genaro Góngora Pimental, que utilizó el poder para, entre otras fechorías, encarcelar a una de las madres de sus hijos.
Siguió Mariano Azuela Huitrón, que, según se dijo, acordaba, no con “sus ministros” como el los llamaba con desprecio, sino en Los Pinos con el jefe del Ejecutivo. Más tarde don Guillermo Indalecio Ortiz Mayagoitia, frágil en su encomienda. Sin pena ni gloria. Y luego don Juan Nepomuceno Silva Meza que hizo un intento de reivindicar la administración de justicia, que resultó, al final, fallido. Entre otras fallas jurídicas se olvidó hasta de los jubilados por la Corte a quien el Issste escamotea sus derechos económicos, y se burla de la inejecución de sentencias.
Don Luis María Aguilar Morales tiene la oportunidad de brindar al pueblo lo que costó la vida a Luis Donaldo Colosio al reclamar que México tiene hambre y sed de justicia. De no hacerlo “estaremos, como dijera en su oportunidad en el epílogo de nuestro libro “Hombres de Negro”, hombres de luto, el entonces director de la carrera judicial del Instituto Tecnológico Autónomo de México, y hoy respetado ministro don José Ramón Cossío Díaz, a merced de las decisiones que nos deseen imponer 11 sujetos dotados de enormes atribuciones jurídicas y, por ende, políticas y sociales”.
Somos ya, el pueblo de México, remisos a creer en todo. A ofrecimientos del gobierno, que no cumple. Usted tiene la oportunidad de ser el fiel de la balanza. Hacer que en nuestro país renazca otra vez la esperanza.