Visión financiera
Culpables somos todos
Mientras que el joven, en casi 14 horas, estuvo, platico, comió y se despidió del afroamericano, algo parecido a “comes y te vas”, como a don Fidel, aquí, en la Catedral Metropolitana de México, el cardenal Juan Sandoval Iñiguez, consagró la Arquidiócesis de México, y todo el país, al Sagrado Corazón de Jesús y al Inmaculado Corazón de la Virgen María. Acusó, solemne:
“El momento presente es crítico. No es necesario abundar en los muchos y graves males que nos aquejan, porque son de todos conocidos: la corrupción y el saqueo al límite. La impunidad casi total. El crimen organizado que siembra muerte y temor que paraliza. Pobreza, ignorancia, hambre y enfermedades que van en aumento.
“Culpables son los líderes de la sociedad, o sea, los gobernantes, los grandes empresarios, y de la comunicación, los responsables de la educación. Todos parecen haberse puesto de acuerdo para engañar, explotar y empobrecer a este pueblo indefenso.
“Ellos son los principales culpables porque gozan de instrucción privilegiada, tienen poder y recursos que deberían emplear para bien de todos. Pero no lo hacen. Se acumulan nubes que anuncian tormenta. Hay por donde quiera brotes de inconformidad…
“Culpables también somos todos, porque como pueblo nos hemos apartado de la observancia de los mandamientos y hemos hecho ya una costumbre el vivir fuera de la ley, que se concentra en el amor a Dios y al prójimo. Nos hemos acostumbrado a transgredir las leyes humanas y a prescindir de la justicia. De un pueblo permisivo y desordenado no pueden salir líderes honestos. Por eso, después de la ayuda de Dios y de Nuestra Madre Santísima de Guadalupe, la única salida que tenemos es retomar el camino de la moralidad y de la legalidad, para llegar a la justicia y a la paz social”.
A la Virgen de Guadalupe, a quien el Santo Padre Francisco invocó con gran ternura durante una misa en la plaza de San Pedro en Roma, Sandoval Iñiguez pidió nos libre hoy y siempre de guerras, crímenes y delincuencia. De todo tipo de inseguridad. De los pecados contra la vida humana desde su concepción. Del odio y de la degradación de la dignidad. De todo tipo de injusticia en la vida de la sociedad. Y de la disposición para pisotear los Mandamientos de Dios.
“Madre, invocó por último presenta a tu hijo nuestras plegarias y acepten ambos nuestra consagración. Que el Padre nos asista para vencer todo pecado y permita que se revele el poder de la misericordia. Que detenga el mal. Que transforme las conciencias y que Jesús y María de Guadalupe, traigan a todos la luz de la esperanza”.
Así sea, en español, concluiríamos nosotros.