El concierto del músico/Rodrigo Aridjis
Culpables
Por supuesto que todos somos culpables.
Culpables de permitir los errores de quien aún no comprende que es el jefe de la nación. De hacer creer al joven mandatario que todo lo que predica se cumple. El pueblo ya no se chupa el dedo ni lo aplaude. Ni cree que el nuevo empleado de la casa presidencial limpiará el escándalo y cuadrará las casas, mal habidas, dentro de la legalidad.
Se menosprecia la inteligencia de los mexicanos. Muy superior al contenido de su ensoñación, que no mensaje, que se le escuchó decir en Los Pinos, y no se aplaudió como el mismo reconoce. Nadie en su sano juicio podrá decir que la orden, dada al nuevo agregado al gabinete, extirpará el cáncer, el pus, la corrupción en que vemos inmerso al gobierno de México.
No se olvida que el bisoño político, en una charla con periodistas, en Palacio, afirmó, contra toda lógica, que “en México la corrupción es nuestra cultura”. Nadie lo admitió, pero ¿quién se enfrenta al joven jefe? Quieren tapar el sol con un dedo.
Pero escogieron mal día: Hubo luna llena que nos recuerda, con su esplendor, que la podredumbre hunde al país. No entiende, ni comprende.
No se entera o no quiere hacerlo, acaso para no perjudicar a sus amigos, que la crisis de ética pública que se vive en México no se resolverá mediante la cooptación y el engaño estratégico.
Bien se dice que la reforma que necesita el país es mucho más honda y debe ser, por definición, más honesta. La indignación es justa. Todos somos culpables de no recordarle a quien va en su tercer año, que en los cargos públicos para bien de todos debe haber conocedores, no amigos.
Y también decirle, por si lo entiende, que a los que saben los puede convertir en amigos. Pero a los inútiles, no los puede convertir en inteligentes.
Sí, todos somos culpables, debemos reconocerlo. Aunque nos duela. De eso y otras muchas cosas que pasan y pesan en el país. Aún cuando corra el rumor de que en “México no pasa nada. Absolutamente nada”.