Contexto
Justicia, a secas
A Guillermo Velasco Félix, magistrado federal en retiro luego de brindar de sus 75 años, cuarenta y cuatro a la justicia.
Sí, justicia a secas es lo que demanda de los 355 jueces de distrito y de los 214 tribunales colegiados de circuito, que funcionan en el país, el titular del Poder Judicial de la Federación. Don Luis María Aguilar Morales, presidente de la Suprema Corte de Justicia de México y del Consejo de la Judicatura Federal, tiene plena confianza en todos y cada uno de ellos. Así lo ha manifestado al reiterarles su apoyo para actuar con independencia y rigor. Exigir e imponer, a cualquier autoridad de cualquier nivel, el respeto absoluto de los derechos humanos y al cumplimiento de la ley. Y se ufana en afirmar, consciente que tenemos un Poder Judicial consolidado.
De larga trayectoria en el ámbito. Arriba a la titularidad del organismo que vela porque nadie, débil o poderoso, vulnere nuestra Carta Magna. Tiene razón cuando les otorga su confianza, porque ha sido, y es, uno de los 32 mil ciudadanos que integran uno de los tres poderes de la unión: el judicial.
Coincidimos con él. Nada desestabiliza más que un Estado incapaz de proteger la vida de los ciudadanos. Nada deslegitima más que un gobierno que simula un país que solo existe para unos cuantos. Nada desprestigia más a la autoridad que ser exhibido en actos de corrupción o de represión. Y hablamos, nosotros, del actual legislativo y ejecutivo.
También cuando sabemos que México cuenta con un Poder Judicial fuerte, independiente y consolidado pese a los intentos del ejecutivo de vulnerarlo, mancillarlo con recomendados.
Claro que tiene la capacidad absoluta para garantizar a toda persona el derecho que le corresponde. Y a que se le administre justicia en plazos y términos que fijen las leyes. Como hoy son, decimos, resoluciones de manera completa, imparcial, pero sobre todo gratuita.
No tenemos duda de que a los integrantes del Poder Judicial de la Federación, a quien fielmente servimos en una época, corresponde exigir e imponer a toda autoridad, de cualquier nivel, como lo proclamó Aguilar Morales, el respeto irrestricto de los derechos humanos y el cumplimiento de la ley, mediante resoluciones de los tribunales competentes.
Por supuesto que la carrera judicial responde a una vocación. A un compromiso profesional de vida. A una actitud que nos orienta por los caminos de la justicia misma, que se labra día con día. En cada resolución. En cada acuerdo. En cada fallo. En cada momento de reflexión y estudio. En cada reunión con el equipo de trabajo. Y, por supuesto, en cada interacción con nuestros semejantes.
México tiene, por lo que vemos, una esperanza en el nuevo titular de la Corte que merece el reconocimiento de todos. Inclusive del joven mandatario que cree que puede, decimos nosotros, imponer un nuevo ministro a modo como si se tratara de un secretario al que paga el Ejecutivo con dinero del pueblo.
Concluiríamos al advertir, con conocimiento, que no hay jueces malos, sino fallos adversos. Y, siempre, en los juicios, hay alguien que pierde. Como en el amor.