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Escenario político
La mentira del albergue
Qué triste espectáculo. Maestros agredidos por salvajes que desafiaron a las autoridades de la SEP. Nada hacen las autoridades por salvaguardar a quienes instruyen a nuestros hijos, nietos, bisnietos.
Por ello hoy día, no solamente México, sino el mundo, está nauseabundo hablar del valor de las palabras, de los discursos bonitos, prometedores, y de buenas intenciones, de quien dice gobernar México.
Terrible, valga el adjetivo, ver a las queridas profesoras sufrir el menoscabo de su integridad por infelices a quien nadie les dice o les hace algo. Y aquél, el del mando, que sigue “elocuente”. Por eso ya nadie cree en sus palabras. ¿No se lo dirán? O él no lo cree.
Pasemos a otras mentiras que nos exponen crudamente:
El siguiente comentario de la sicóloga y escritora Rosa Chávez resume el problema de los famosos albergues, públicos y privados, que existen en el país. A ciencia y paciencia de las autoridades. Nos complace, como en otros casos, compartirlo, integro:
“La mayoría de los albergues son negocio de personas sin escrúpulos, cualquiera con visión de negocio abre un lugar sin conocimiento profesional en el área. Hay albergues, en donde los menores permanecen uno a dos años, que utilizan el maltrato, incluso obligan a pedir limosna por las calles. Con baja autoestima y falta de seguridad vuelven a ingerir drogas y se convierten en clientes cautivos.
Una denuncia bastó para descubrir un albergue en Tonalá, Chiapas, de los muchos que operan a lo largo del país. Allí encontraron 271 personas, 112 menores, que permanecían en calidad de secuestrados, en condiciones insalubres, con marcas de maltrato y hasta de abuso sexual.
Pero la responsabilidad es compartida: de los que abusan de la necesidad de los padres de rehabilitar a sus hijos, y de la corrupción en el gobierno que permite que operen fuera de las normas. Y de los mismos padres que en su desesperación, falta de autoridad y conocimientos internan a sus hijos, apoyados en el pensamiento mágico que se los regresarán rehabilitados, obedientes y no volverán a consumir ninguna droga.
En el abordaje psicológico del problema de la adicción, encontramos estadísticas de adictos tratados que muestran largas historias de recaídas, por falta de una buena terapéutica. Tratan al adicto como un enfermo, que siempre estará sujeto a la vigilancia y dependerá de los demás por el resto de su vida.
Posteriormente con las psiques dañadas por las perversas, punibles, anti terapéuticas prácticas de rehabilitación, se incorporarán a la venta de drogas. El consumo de estupefacientes se multiplica, es un tema de salud pública, causado por sociedades adictivas y consumista.
El tema de las drogas está muy reforzado todos los días por los medios de comunicación que muestran la violencia asociada a la persecución, a la producción del narcotráfico y a los consumidores.
Preocupa que ahora el sistema de salud a través del Seguro Popular se eche a acuestas la carga de la rehabilitación de los adictos. Algo contrario a los países del primer mundo como Canadá. En donde el gobierno tomó la decisión de no invertir en la rehabilitación de los adictos con dinero de la sociedad. El, argumento fue que ante un problema de irresponsabilidad, cada quién pague su rehabilitación.
Nos tocó cerciorarnos y verlos en las calles. Para que la rehabilitación funcione, son recomendables: programas de prevención en los medios, escuelas, clubes, centros de trabajo, que sean atendidos por profesionales en el área.
Que los padres se sometan a terapia familiar. Reaccionar ante la irresponsabilidad de los servidores públicos que permiten su operación. Legales o ilegales las drogas no van a desaparecer como los casinos que se multiplican.
El cambio está en informarnos de los efectos nocivos que ponen en peligro la vida, educar a la sociedad sobre los efectos del uso irracional y promover una cultura responsable de auto cuidado. Incrementar el talento de la creatividad, cultura, arte y deportes en lugares estratégicos cercanos al domicilio”.
Lo que, desgraciadamente, no se hace en México, sería nuestra reflexión, querida doctora.