Genio y figura
Y tuvo razón…
Para narrar esta anécdota, que nada tiene que ver con nuestro entorno, debemos adelantar que no es necesario decir todo lo que se piensa. Pero sí es necesario pensar todo lo que se dice. Esta profunda reflexión, que obedeció un político que ya murió, permite aseverar que tuvo razón:
Un hombre, común y corriente tenía un hijo a decidir qué profesión seguir. Como tantos otros jóvenes, este chico no tenía muy claro que es lo que quería hacer de su vida. Eso no parecía preocuparlo mucho. Su familia era rica, con mucho.
Un día, cuando el muchacho estaba en la escuela, su padre decidió realizar un experimento: en el cuarto de su hijo puso, sobre su escritorio, cuatro objetos: un libro, un peso de plata, una botella con licor y una revista de Playboy (chicas sin ropa, para los cándidos).
El papá debería esconderse detrás de la puerta, para ver que objetos elegiría el púber cuando llegara de la escuela.
Pensó: “si elige el libro será como yo. ¡Qué alegría!
Si escoge el peso, será un hombre de negocios, lo cual no estaría mal.
Si la botella, será un borracho, ¡qué vergüenza daría!
Lo peor de todo, si elige la revista, será libidinoso, desobligado y mujeriego”, pensó.
Esperaba con ansias. Finalmente escuchó los pasos de su hijo al subir las escaleras.
Cuando el chamaco llegó a su habitación, dejó los libros en la cama.
Y al darse vuelta observó que en su escritorio había cuatro objetos que no eran suyos. Lleno de curiosidad se acercó a inspeccionarlos.
Finalmente, el joven toma el libro y lo pone debajo de su brazo. El peso de plata que pone en su bolsillo. Destapa la botella. Bebe unos cuantos tragos. Luego, plácidamente tirado sobre la cama, disfruta a la chica del mes, desnuda.
Desconcertado el individuo exclama para sí: “Dios mío ten piedad. Mi hijo será ¡el próximo presidente!”.
Por desgracia, para muchos, tuvo razón: ni lee. Bebe con moderación. Practica con lo que mira en la revista. Es inmensamente rico, según una revista americana, experta en estos casos. Y para colmo, le encanta salir retratado todos los días, sin causa justificada.