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MÉXICO, DF, 26 de diciembre del 2014.- Las cerca de 30 mil especies de plantas mexicanas hacen que el país ocupe el quinto lugar mundial en megadiversidad; sin embargo, el 46 por ciento de éstas se encuentra —en mayor o menor grado— en peligro de extinción, según datos de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat), informó un comunicado.
“Esta situación refleja una indolencia generalizada que nos lleva a minimizar la importancia de otros organismos y a explotarlos irreflexivamente —como si estuviéramos ante una veta inagotable—, sin atender las consideraciones de los expertos en la materia ni buscar la armonía con el ambiente, pero sí con el afán de obtener beneficios económicos a toda costa”, advirtió el responsable del Laboratorio de Cultivo de Tejidos Vegetales (LCTV) del Jardín Botánico (JB) de la UNAM, Víctor Manuel Chávez Ávila.
El investigador del Instituto de Biología (IB) fue enfático al señalar que “la situación es alarmante, pero en este escenario de devastación, con cerca de mil especies vegetales extinguidas al año (en promedio tres al día) las técnicas biotecnológicas in vitro han demostrado su utilidad para micropropagar y conservar especies amenazadas”.
El profesor Chávez Ávila se ha dedicado a la investigación de especies mexicanas en peligro de extinción, a partir de la cual ha logrado —junto con Richard E. Litz, de la Universidad de Florida— que el LCTV sea, hasta ahora, el único sitio en el mundo que ha logrado generar embriones somáticos (por proceder de estructuras del cuerpo de las plantas) de cícadas a partir de hojas de individuos adultos.
“Hoy mantenemos in vitro más de 90 distintas especies mexicanas en peligro de extinción, como estrategia para conservarlas. Lo conseguido es producto de una labor ininterrumpida y de cooperación con la bióloga Bárbara Estrada y el esfuerzo de decenas de estudiantes —de licenciatura a doctorado, aunque hemos tenido a niños de primaria— que han pasado por este espacio que, con el tiempo, ha mostrado ser un verdadero semillero de vocaciones”.
Depredación continua
Crónica de una muerte anunciada es el nombre de una novela de Gabriel García Márquez y tal vez la descripción más acertada de la inminente desaparición de una especie vegetal, la Ceratozamia euryphyllidia, de la que queda un puñado de individuos, todos masculinos.
“Hace poco Andrew Vovides, investigador del Jardín Botánico Francisco Javier Clavijero, de Xalapa, Veracruz, encontró lo improbable: un ejemplar femenino silvestre nacido en la naturaleza. Esto parecía asegurar su preservación, pero justo cuando comenzaba a producir semillas alguien la sustrajo y así, de la forma más absurda, en breve una forma de vida se extinguirá para siempre”, refirió.
Por cada especie vegetal perdida se estima que de 10 a 30 organismos asociados (flora y fauna) desaparecen. El riesgo de seguir con esta inercia es que, inadvertidamente, podríamos eliminar una pieza clave del andamiaje de la vida en el planeta y provocar que todo aquello de lo que dependemos para subsistir de golpe se venga abajo.
Las especies críticamente amenazadas del país están consignadas en la Norma Oficial Mexicana (NOM) 059 de la Semarnat y las candidatas a sumarse al listado aumentan cada día. “Lo ideal sería dejar de inscribir más nombres en ese inventario no sólo porque ello es testimonio de una biodiversidad cada vez más mermada, sino porque ese listado ha comenzado a convertirse en una guía para los coleccionistas ilegales nacionales y extranjeros”.
Mientras más raro un espécimen, más se paga por él, y detrás de este tráfico ilegal se esconde la necesidad de la gente. Por ello, nos hemos habituado a ver que en mercados de todo país (en el DF tenemos los de Xochimilco o Jamaica) se oferten plantas producto del saqueo como orquídeas en flor, sin tener conciencia de que son organismos que demoraron 10 años en llegar a ese estado.
“La gente suele entusiasmarse al escuchar casos exitosos de custodia y reproducción de animales amenazados, como pandas o lobos mexicanos, pero si logramos algo similar con una planta a pocos les importa. Éste es un doble criterio difícil de entender, en particular porque las especies vegetales son la base de todo ecosistema; estoy convencido de que si logramos que las personas comprendan esto, muchas cosas cambiarían”, aseveró.
Hace un año, en el Jardín Botánico entró en actividad el Centro de Adopción de Plantas Mexicanas en Peligro de Extinción. Las propagamos como producto de las investigaciones de nuestros jóvenes estudiantes y los visitantes pueden adoptarlas con una cuota de recuperación de gastos, bajo el compromiso de cuidarlas y reportar su desarrollo. “Entre muchos podremos evitar su extinción total”.
Explotación sin planeación
Un ejemplo de cómo una industria entera se puede ir a pique por la explotación sin límite es el que se vive en Tlaxcala, donde la industria pulquera se encuentra amenazada por la merma cada vez más evidente de los agaves de donde se obtiene el aguamiel.
Lo anterior es porque, para satisfacer las demandas del mercado, los productores de esta bebida hacen uso de estas plantas sin darles los tiempos biológicos para florecer y llegar a su madurez (usualmente toma de 10 a 15 años) ni permitir que al menos un 10 por ciento de las poblaciones puedan reproducirse de forma sexual.
“Para los productores de la zona se complica cada vez más encontrar ejemplares adecuados, así como obtener los apoyos técnicos o financieros suficientes y con la frecuencia requerida para desarrollar su labor.
Ligado a esta situación, los colectores no dan tiempo a que las poblaciones y plantaciones del agave pulquero se recuperen, al punto de que éstas se encuentran al borde del colapso. Parte de la solución es una propagación de sus variedades, de manera más informada, programada y con posibilidades de conservación y aprovechamiento sostenible”, explicó.
Con miras a atender esta situación, el académico y tres de sus estudiantes aceptaron la invitación institucional para elaborar un proyecto promovido directamente por la UNAM-gobierno de Tlaxcala, al que dedicaron los últimos tres años, en los que además se generaron, conceptualizaron y diseñaron una estrategia, y también desarrollaron los planos y supervisaron la construcción de un nuevo complejo de investigación en esa entidad, donde iniciaron los cultivos in vitro.