Confiar en nuestra policía es confiar en el futuro de CDMX: Brugada
MÉXICO, DF., 5 de julio de 2014.- Siglos de historia se encuentran reunidos en la calle Peralvillo número 9, en Tepito, donde se asienta la afiladuría propiedad de Gilberto Bueno Gaona, herencia de su padre, Herminio Bueno Favila, quien la fundó en 1925.
Afiladores de piedra natural (ruedas), molinos, máquinas para soldar sierras, rebanadoras para carne y hasta un viejo reloj con una antigüedad de 150 años son sólo algunas de las piezas que don Gilberto alberga en la Afiladuría Peralvillo, un auténtico museo de ese oficio.
A casi 90 años de su fundación, el negocio de la familia Bueno es el único que se mantiene en la zona, a pesar de que hace décadas había muchos que prestaban un excelente servicio pero hoy el oficio tiende a desaparecer. “Todo por servir se acaba y acaba por no servir”, lamenta don Gilberto, en entrevista con Quadratín México.
Dedicado a esa actividad desde que tenía 14 años, don Gilberto tiene el propósito de crear el Museo de la Afiladuría en el Distrito Federal y para ello cuenta con el apoyo del Museo de la Tijera y el Cuchillo, de Solingen, Alemania, a cuya directora conoció en un viaje que él hizo a esa ciudad y quien quedó fascinada al enterarse de su oficio y su intención de abrir un museo único en su tipo.
Aunque el día a día se le va en atender el negocio (además de brindar servicio, su negocio es representante en México de las más prestigiosas empresas dedicadas a la fabricación de cuchillos, navajas, tijeras y otros utensilios similares), no olvida su sueño de abrir un espacio que rinda homenaje al oficio y lanza una propuesta a Miguel Ángel Mancera, Jefe de Gobierno de la ciudad:
“Si él me apoya con un lugar para abrir el museo, yo me comprometo a enseñar este oficio a todos los jóvenes que lo deseen”, para preservarlo como el patrimonio intangible que es.
EL OFICIO MÁS ANTIGUO DEL MUNDO
A sus 72 años de edad, don Gilberto rechaza, categórico, que la prostitución sea el oficio más antiguo del mundo.
«Mentira. El oficio más antiguo es el de la afiladuría. En épocas remotas el hombre trataba de sobrevivir y necesitaba instrumentos para cortar: para matar un animal, para pelar una fruta… Luego de mucho leer sobre los orígenes del oficio de afilador he llegado a la conclusión de que este es el oficio más antiguo».
Acodado detrás de su mostrador, don Gilberto explica cómo nacieron los primeros instrumentos punzantes.
«Se hacía una punta de madera resistente, en América se hacía de obsidiana, caledonia y otras piedras para la fabricación de flechas y puntas para lanzas».
Siglos más tarde, afiladores salieron de Francia, Alemania e Italia hacia la ciudad de Orense, en Galicia, España, por el camino de Santiago de Compostela.
Los primeros afiladores en México llegaron durante la época de la Colonia, y se establecieron principalmente en los tianguis, donde brindaban el servicio, y luego se pasaron a los mercados del centro de la ciudad: Lagunilla, Santa Ana, San Juan y Tepito.
En 1955, con sólo 14 años de vida, don Gilberto decidió dedicarse al oficio de su papá y desde entonces no ha parado de sacar filo a los cuchillos, tijeras y demás herramientas y utensilios de los vecinos del barrio, oficio que le ha dado «muchas satisfacciones y la oportunidad de dar una buenaeducación a tres hijos para que fueran buenos mexicanos».
Lo que más le gusta, asegura, “es afilar una tijera porque todas las que traen están para llorar”. Luego de pasar por sus manos expertas, las tijeras quedan como nuevas “o mejor que nuevas”.