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MÉXICO, DF, 10 de febrero de 2015.- De los años 80 a 90, el crimen organizado pasó de ser un problema de seguridad pública a un problema de seguridad nacional, pues el Estado pensó que el problema era la “fiebre”, que es la violencia, y no la “infección”, que es la corrupción institucional, aseguró el académico del Centro de Investigación y Docencia Económicas, Jorge Chabat.
Bajo esta premisa, aseveró que el actual gobierno federal del presidente Enrique Peña Nieto realizó un diagnóstico equivocado del problema debido a que centró su atención en la violencia y no en la corrupción y las instituciones.
En el marco del Foro Internacional de Seguridad Pública, por un modelo policial digno, el invitado ponente explicó cómo el crimen organizado se “comió” al Estado, como sucedió en entidades como Michoacán y Guerrero.
Con base en tres etapas, el crimen organizado ha evolucionado desde los años 80’s donde la más grave fase es cuando los grupos delictivos hacen simbiosis con el Estado y penetra en las instituciones, precisó.
“En los 80 se tenía un Estado más poderoso que el crimen organizado, por lo tanto se le podía controlar, pero se le dejo crecer bajo el supuesto de que no era un problema y que no era una amenaza, pues era asunto de Estados Unidos”, expuso Chabat.
Señaló en la mente de algunas autoridades sigue pensando que si disminuye la violencia en México, el problema ya está resuelto, aunque el crimen organizado sigue penetrando en las instituciones y controlando parte de ellas.
Dijo que a partir de ese proceso de crecimiento, el narco se empoderó en recursos, y el Estado mexicano dejó de controlarlo, lo que dio como resultado que algunos grupos delictivos tengan más poder que el Estado y es cuando ya no se puede negociar, al no haber capacidad de castigar sus acciones.
Aseguró que aunque México ha dado una respuesta institucional contra el crimen organizado, es insuficiente, pues “el problema es de fondo, el Estado Mexicano no funciona y no es sólo un cambio de estrategia”, subrayó.
Respecto al modelo del mando único policial agregó que tiene pros y contras e implica hacer cambios institucionales de fondo, pues apuntó que parte fundamental del problema es cómo se aplica la ley y cómo se castiga a los que violan la ley.
“Si no se resuelve corrupción y la impunidad, los resultados del mando único van a ser limitados”, remató el experto.