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MÉXICO, 6 de febrero de 2015.- Marcelo Ebrard está acostumbrado a estar en la lona política. También lo está a levantarse cuando parece que su carrera se ha derrumbado.
Con los reflectores puestos encima de él por su papel en la fallida Línea 12 del Metro, la obra cumbre de su sexenio como Jefe de gobierno del Distrito Federal, Ebrard, quien antes de ser perredista fue priísta, está acostumbrado a ser cuestionado, a ser bajado de las contiendas, y también a reinventarse.
No lo derrotó quedarse fuera del sistema priísta en 1994. Tampoco haber declinado en el año 2000 la candidatura a Jefe de gobierno por el Partido del Centro Democrático (PCD), a favor del perredista Andrés Manuel López Obrador.
Emergió luego de ser destituido como secretario de Seguridad Pública del DF en 2004 por el entonces presidente Vicente Fox Quesada.
Como jefe de gobierno, cargo que alcanzó en 2006, la tragedia del News Divine en junio de 2008 con un saldo de 12 personas muertas no lo tumbó, aunque sí debió sacrificar algunas piezas de su gabinete. Recompuso la marcha de su gobierno y en 2011 fue designado mejor Alcalde del Mundo.
En 2011 todo parecía puesto para que él fuera candidato a la presidencia del PRD, pero unas encuestas revelaron que iba adelante López Obrador y Ebrard debió otra vez declinar a su favor.
En 2012 no se postuló a ningún cargo, por lo que su futuro político se veía complicado. La corriente que creó al interior del PRD, Movimiento Progresista, fue borrada en las elecciones para consejeros perredistas el 7 de septiembre de 2014 y los resultados acabaron con sus aspiraciones de dirigir al partido.
Ahora, la investigación de la Línea 12 en la Cámara de Diputados le ha dado los reflectores que no tenía desde que dejó la jefatura de gobierno. Coincide con la cercanía de la elección de candidatos de representación proporcional en el PRD y en el Movimiento Ciudadano, instituciones políticas donde, se dice, el nombre de Ebrard será incluido en las listas.
Es Ebrard en el hoyo y emergiendo de él.
Reinventado
De 55 años, divorciado dos veces, ahora está casado con la diplomática hondureña Rosalinda Bueso. Egresado de la carrera de Relaciones Internacionales de El Colegio de México, su trayectoria comenzó a cobrar notoriedad cuando se encargó del programa de Renovación Habitacional Popular en 1985.
Dentro del PRI también ocupó cargos y entre 1989 y 1990 fue secretario general del partido en el DF. Entre 1992 y 1993 fue secretario de Gobierno de la regencia capitalina, entonces a cargo de Manuel Camacho Solís.
Compañero de batallas políticas de Camacho Solís, siguió al ex regente cuando este se apartó del sistema política priísta luego de no alcanzar la candidatura presidencial en 1994, y quien a pesar de su papel fundamental para sentar en la mesa de diálogo con el gobierno federal al Ejército Zapatista de Liberación nacional (EZLN), ya no fue visto con buenos ojos por el establishment del PRI.
El ex regente acabó el sexenio como secretario de Relaciones Exteriores y el subsecretario fue Ebrard, quien en 1995 renunció al PRI. Pero se rehízo al convertirse en defensor de ahorradores por el Error de Diciembre de 1994 y cuestionar la creación del Fondo Bancario de Protección al Ahorro (Fobaproa).
Fue legislador federal en 1997 por el Partido Verde con la etiqueta de “independiente” y acompañó a Camacho Solís en su aventura de construir un nuevo partido, el del Centro Democrático, del que este último fue su dirigente mientras Ebrard su secretario general. Pero antes de que los votantes con su indiferencia dejaran solo y a la deriva al PCD, Ebrard se convirtió a inicios del 2000 en el candidato a jefe de gobierno del DF.
Fue un entusiasta candidato, entre cuyas propuestas estaba la creación de las ciclovías, ahora tan de moda. Pero declinó a mediados de marzo a favor de la candidatura del tabasqueño Andrés Manuel López Obrador, otro ex priísta pero cuyo liderazgo ya deslumbraba en el Partido de la Revolución Democrática.
Sólo él declinó, ya que Camacho Solís siguió como candidato presidencial. El día del anuncio Ebrard lucía abatido, y en corto decía que era una decisión que él no había tomado pero que acataba.
La apuesta resultó en una jugada victoriosa. López Obrador fue el ganador en esa dura contienda donde el perredista apenas superó al panista Santiago Creel Miranda, cuyos simpatizantes cada que pueden dicen que con dos semanas más de campaña habría derrotado al tabasqueño.
Ebrard se convirtió en consejero del jefe de gobierno, quien en 2002 lo designó titular de la Secretaría de Seguridad Pública capitalina.
Ebrard trajo como asesor en materia de seguridad al polémico ex alcalde de Nueva York, Rudolph Giuliani, para adaptar su estrategia de “delincuencia cero” a la ciudad de México.
Sus ideas sumaron simpatías en una época donde el Distrito Federal era una de las ciudades más inseguras del país, antes de que la guerra contra el narcotráfico de Felipe Calderón cambiara el mapa de la inseguridad nacional.
Pero Ebrard fue destituido en diciembre de 2004 por el presidente Vicente Fox Quesada, debido a un linchamiento y la quema de policías ocurrido en Tláhuac, en donde la tardanza en la llegada de los refuerzos de la SSP al lugar de los hechos –llegaron primero representantes de medios de comunicación- generó críticas contra el entonces titular de la Secretaría.
Fue López Obrador quien lo rescató y lo designó secretario de Desarrollo Social del DF, y de ahí a la candidatura a la jefatura de gobierno. Ebrard recogía los réditos de su declinación en 2000.
Ganó con facilidad la elección de 2006, en tanto que López Obrador se quedó a la orilla en su intención de ser presidente de la República en las elecciones más competidas de la historia.
Durante su gestión, Ebrard fue reconocido en 2011 como el Mejor Alcalde del Mundo. Tuvo proyectos fallidos, como el tranvía que proyectaba pasar por el Centro Histórico. El sistema de transporte eléctrico no cuajó pero sí el de una nueva línea de Metro, sistema olvidado por López Obrador durante su sexenio.
El proyecto enfrentó diversos contratiempos, como que el trazado pasaría por algunos ejidos cuyos dueños se negaban a vender sus terrenos, otro fue el costo que aumentó, e incluso se dice que una excavadora quedó enterrada mientras se construía.
A marchas forzadas fue inaugurada la nueva Línea 12 del Metro. Días antes de que formalmente fuera puesto en servicio hubo pruebas y los usuarios veían que los acabados eran incompletos, o que el transborde de la estación Mixcoac en la línea 7 para la línea 12 eran el mismo pasaje que se usaba para cambiar de dirección.
Pero Ebrard lo inauguró, a pesar de la lentitud de los primeros días con los que comenzaron a circular los trenes.
Aún es recordada la escena en que en la estación Zapata, Ebrard acompañado de Calderón, suben las escaleras eléctricas que dejaron de funcionar a la mitad. Parecía un presagio de lo que vendría en toda la línea: detenida a la mitad.
Durante su gobierno una tragedia dejó mermada su imagen. El 20 de junio de 2008 una razzia cometida por policías capitalinos en el antro conocido como News Divine, en la colonia Nueva Atzacoalco, en la Gustavo A. Madero dejó 12 personas muertas.
La Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal (CDHDF) documentó que hubo responsabilidad del gobierno del Distrito Federal, y presentaron su renuncia el procurador Rodolfo Félix y el secretario de Seguridad Pública, Joel Ortega, quien vio esfumarse sus sueños de convertirse en sucesor de Ebrard.
A diferencia de otros jefes de gobierno, como Cuauhtémoc Cárdenas o López Obrador, quienes dejaron el cargo en pos de una candidatura, Ebrard sí acabó su gestión. Al concluir su mandato no quedaba claro qué pasaría con el jefe de gobierno saliente. Se daba por un hecho que buscaría la candidatura presidencial para 2018, pero a diferencia de otros suspirantes, él carecía y carece de cargo.
Su sucesor en la jefatura de gobierno, Miguel Ángel Mancera comenzó a tomar distancia de él, y uno de los damnificados por el News Divine, Joel Ortega, encontró acomodo en el sistema de Transporte Colectivo Metro, donde está a cargo del mantenimiento de toda la red de líneas, entre ellas la Línea 12. Algunos suponen que parte de la controversia por la Línea Dorada tiene su origen en el deseo de Ortega de vengarse de su ex jefe.
Las cosas comenzaron a complicarse para Ebrard con la suspensión del servicio de la Línea 12 en marzo de 2014, y la derrota que sufrió su corriente, Movimiento Progresista, en las elecciones del 7 de septiembre de ese año, que evaporó sus aspiraciones para presidir el PRD.
Pero el informe de la Comisión Especializada, que presume habría responsabilidad suya en las fallas y desvío de recursos de la fallida Línea de metro, lo ha hecho revivir políticamente.
Ha repetido que hay una “intencionalidad política contra él” y nuevamente tiene los reflectores encima de él y su sarcasmo, su evasión de preguntas que no le gustan están de vuelta, y ya hasta suena para ser candidato plurinominal del PRD y convertirse en su próximo coordinador parlamentario.
Estaba en la lona, en la cuenta de 9 y nuevamente se ha puesto de pie Marcelo Ebrard.