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CIUDAD DE MÉXICO, 29 de abril de 2016.- En México, la familia se ha convertido en un escenario hostil para los niños y aunque la violencia al interior de ella es la más silenciada y menos denunciada, es donde el maltrato físico y emocional, el abuso sexual, el abandono y la negligencia se dan con mayor frecuencia, alertaron académicas de la UNAM.
Se informó en un comunicado que según cifras del DIF, en 2014, este organismo recibió 49 mil 850 denuncias por vejaciones, de las cuales comprobó 32 mil 396, indicó Carmen Gabriela Ruiz Serrano, de la Escuela Nacional de Trabajo Social, en conferencia de medios.
A un día de celebrarse en México el Día del Niño, se dijo que un estudio del secretario general de las Naciones Unidas sobre la violencia infantil señala que al menos dos menores de 14 años mueren cada día por agresiones de su parentela en el país.
Y de acuerdo con el estudio Pobreza y derechos sociales en niñas, niños y adolescentes en México 2014, del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social y el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia, uno de cada dos infantes y adolescentes mexicanos es pobre y uno de cada nueve vive en pauperización extrema, subrayó.
La cifra revela que este grupo de entre 0 y 17 años de edad carece de las condiciones mínimas para garantizar uno o más de sus derechos sociales, es decir: acceso a la salud, educación, seguridad, vivienda de calidad, alimentación y servicios básicos, resaltó en el auditorio de la Casa de las Humanidades de la UNAM.
Estas brechas se agudizan en la población indígena infantil. En el reporte referido, se estipula que 78.6 por ciento de los menores de las comunidades originarias y 90.8 por ciento de quienes hablan una lengua autóctona se encuentran en situación de pobreza, acotó.
Las carencias económicas son un factor de riesgo infantil que genera escenarios de violencia y maltrato. “No es que esta condición sea sinónimo de agresiones, pero es un telón de fondo para prácticas y entornos peligrosos para este sector etario”, sostuvo.
En su oportunidad, Dolores Muñozcano, profesora de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales, destacó que a nivel global los niños son invisibles en la elaboración de políticas públicas porque no los dejan opinar; son considerados sujetos de las reglas establecidas e individuos que deben hacer lo que los adultos mandan.
Hoy la familia se ha convertido en el lugar más inseguro para los infantes en cuanto a integridad física y emocional, y muchas veces los agredidos reproducen esta violencia en ámbitos como la escuela, mencionó.
Los pequeños que no viven en el seno familiar son también objeto de maltrato y explotación, como quienes están en casas hogar, centros de readaptación, hospitales psiquiátricos o en indigencia, añadió.
Según la Organización Internacional del Trabajo (OIT), las peores formas de empleo infantil son la prostitución, la explotación sexual, la pornografía, la venta de drogas y la participación en conflictos armados. “Éstas no son ocupaciones, sino expresiones de abuso y violación a los derechos de los infantes y, como tales, deben eliminarse y señalarse como un fenómeno mundial que atenta contra ellos”, enfatizó.
Las académicas destacaron la necesidad de dejar de ver a los niños como objetos sobre los cuales los adultos tienen derecho a hacer su voluntad, y de buscar estrategias para asegurar la aplicación de leyes que los protegen.
Es urgente hablar sobre estas víctimas, darles calidad de vida y exigir políticas públicas adecuadas para su defensa. Si bien ya tenemos normas y acuerdos internacionales, falta revisar que se cumplan, concluyeron.