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En el panteón de San Gregorio Atlapulco, uno de los muchos pueblos que tiene la delegación Xochimilco se vive la tradicional fiesta de Todos los Santos. En uno de los vértices más alejados brilla con fuerza una lámpara LED que facilita el decorado de una lápida a la cual se le colocan rosas. Por allá, una familia se ataja el viento con una sombrilla, que quizá sería más útil para el sol.
Otras tumbas, tienen forma de casa, en el lugar donde debería ir la cruz, hay una especie de vitrina, que los padres aprovechan para abrir y tapizar de juguetes, carritos, mamilas, rehiletes. Incluso, alguien ‘destapó la felicidad’ de su hijo fallecido, pues le ofrendó una Coca Cola a la que le quitó el tapón, para que se le pueda extrarer la esencia, como indica la creencia. En de otra tumba destaca una repisa está la figura de tres pequeños ángeles elaborados con ‘fomy’, cada uno de ellos sobre una cruz, que resguardan una urna metálica. En el piso, un ramo de flores. Suena música adecuada para los muertos pequeños: La Marcha de las Letras de Cri Cri.