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MÉXICO, DF, 25 de febrero de 2015.- El candidato del Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) a la delegación Cuauhtémoc, el ex perredista Ricardo Monreal Ávila, aseguró que las posibilidades de obtener el triunfo el próximo 7 de junio en esa demarcación política “son reales, viables” y es tal su seguridad que desde ahora se auto destapó como candidato de ese instituto político para el gobierno del DF, en el 2018.
Dijo que de ganar la elección para jefe delegacional en Cuauhtémoc mantendrá una relación “de armonía” no sólo con el jefe de Gobierno, Miguel Ángel Mancera Espinosa, sino también con el presidente Enrique Peña Nieto, pues, adujo, “lo cortés no quita lo Moreno”, y reconoció que tendrá que mantener una buena relación con el dirigente de la corriente perredista Izquierda Democrática Nacional, René Bejarano, en virtud del gran poder de influencia que tiene con vecinos de esa demarcación.
Dijo que de la mano con Morena pretende gobernar la delegación Cuauhtémoc, conformada en 32 kilómetros cuadrados con 34 colonias, 2 mil 627 manzanas y una población fija de 532 mil habitantes, aunque con la población flotante y trabaja en la zona, la convierten en una de las mayores concentraciones demográficas del país.
En una reunión con el ex gobernador de Zacatecas, éste criticó al actual sistema político y fustigó a toda la clase política venga de izquierda, la derecha y el centro: «Todos los partidos le han fallado a los ciudadanos”, dijo.
Autor de más de una decena de libros, el zacatecano, “avecindado en el DF desde hace 15 años”, aceptó que de ganar la jefatura delegacional, que comprende la principal zona céntrica de la ciudad y del país, “y si no decepciono a los ciudadanos buscaré suceder a Mancera Espinosa”, dijo, en símil al auto destape que hizo en su momento Andrés Manuel López Obrador.
En una reunión con periodistas del Club Primera Plana, el diputado federal –“sin excluirme, claro”– se refirió a la pésima imagen que tienen los políticos en la sociedad mexicana y confirmó que forma parte de un proyecto político que encabeza López Obrador, “pero no como su empleado, lacayo o incondicional, sino más bien transitando como su socio en un proyecto que no deja de buscar la Presidencia de la República”.
Reconoció que la delegación por la que competirá está “llena de problemas”. Y enumeró: giros negros, indigencia, inseguridad, desempleo, corrupción de autoridades y unas grandes demandas sociales y para ello, dijo, vamos por una nueva ética del servicio público, sin corrupción, con transparencia y eficiencia.
Explicó que las reformas estructurales que aprobó la legislatura Federal de la que forma parte no resolverán la crisis por la que atraviesa el país y consideró de manera autocrítica que este esquema “de sistema político está agotado, porque ya no da para más este sistema presidencialista restaurado”.
Abogado de profesión, con un doctorado en derecho Constitucional por la UNAM, , oriundo del municipio de Plateros, en Zacatecas y ferviente creyente del santo Niño de Atocha, expuso que él era muy amigo de Luis Donaldo Colosio y mantiene una relación de amistad, con su partido político de origen: el PRI. Rechazó ser un político saltimbanqui y se autodefinió como un hombre de izquierda.
Se dijo sorprendido al ver la actual descomposición social por la que atraviesa el país y avizora un cambio por la vía pacífica y consideró que México es demasiado país “para una clase política tan pequeña”. Rememoró su paso por el Senado de la República en los años 90, cuando la discusión en tribuna era de altura, con gente de izquierda y con los propios priístas: Emilio M. González, Trinidad Lanz Cárdenas, José Luis Lamadrid, y Porfirio Muñoz Ledo e Ifigenia Martínez.
Ese tipo de discusiones, de nivel, de altura política, es lo que hace falta en la actualidad. Ya basta de mentiras, dice, hay que cumplirle a la ciudadanía. Y remata, medio en serio, medio en broma:
“Para la Cuauhtémoc, la opción real…, es Monreal”.