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CIUDAD DE MÉXICO, 30 de marzo de 2016.- Una reciente investigación en la tumba del dramaturgo inglés William Shakespeare (1564-1616) sugiere que el cráneo fue posiblemente robado, como sucedió con personajes famosos como los compositores austriacos Wolfgang Amadeus Mozart y Joseph Haydn, informa la agencia de noticias del Estado mexicano, Notimex.
Los estudios que se hicieron a través de tomografías, sin alterar el entierro, señalan que en el lugar donde debía estar la cabeza se encuentra una estructura de apoyo.
Sin embargo, los resultados que fueron transmitidos el fin de semana en un documental del Canal 4 de Inglaterra han sido motivo de debate entre especialistas.
El doctor Chris Laoutaris, académico del Instituto Shakespeare de la Universidad de Birmingham, señaló que habría que considerar la teoría de que la tumba fue reparada y que el cráneo fue reubicado en la misma cripta o en las tumbas adyacentes.
“La tumba de Shakespeare se habría reabierto y reparado para darle soporte estructural. El cráneo que se encontraría en la parte superior de la tumba pudo haberse reubicado en la misma tumba o en la de alguno de sus familiares”, cuyos restos reposan junto a los del Bardo de Avon.
La famosa tumba se ubica en la iglesia de Holy Trinity junto a la de su esposa Anne Hathaway y de sus hijas Judith y Susana en Stratford-upon-Avon, pueblo donde Shakespeare nació y murió.
El documental que se transmitió en el marco de los 400 años de la muerte de Shakespeare, el próximo 23 de abril, apunta a que la cabeza fue extraída del lugar donde ahora se encuentra la estructura de apoyo.
“Los resultados son sugerentes pero no definitivos. No hay certeza de que el cráneo de Shakespeare esté perdido. Por ello se requiere cautela” señaló el experto británico.
El documental explora sin éxito contundente la teoría de que cazadores de trofeos usurparon la tumba en 1794, según una versión publicada en la revista The Argosy en 1879.
Los científicos revelaron de manera definitiva que Shakespeare tuvo un entierro sencillo, sin ningún tipo de ataúd, que su cuerpo fue envuelto en una mortaja y que fue depositado directamente en la tierra.
La lápida no tiene inscrito el nombre del dramaturgo sino una advertencia para quienes se atrevan a profanarla.
“Buen amigo, por Jesús, abstente de cavar el polvo aquí encerrado. Bendito sea el hombre que respete estas piedras y maldito el que remueva mis huesos.”
El también experto en entierros del Renacimiento explicó que la tumba de Shakespeare habría sido apuntalada poco después de la muerte del dramaturgo y al hacerlo la lápida original con el nombre de William Shakespeare fue reemplazada con una piedra sin nombre.
“No hubo necesidad de re-inscribir el nombre en la lápida, porque ciertamente en 1623 un busto se había instalado en el presbiterio con nombre en letras ornamentadas”, señaló Laoutaris.
Otra teoría es que después de la renovación de la tumba, los propios encargados de preservar el sitio sagrado habrían instalado la advertencia.
El autor del libro Shakespeare and the Countess: The Battle that Gave Birth to The Globe explicó que la sobriedad de la tumba y la inscripción que no es una oración sino un infortunio, sugiere que Shakespeare tuvo un entierro protestante, lo cual refuerza la teoría sobre su religión.
“La simplicidad del entierro, la falta de ostentación, y el ritual de la envoltura, indica que este fue un entierro que cumplió con la tradición protestante”, de acuerdo con el especialista en costumbres funerarias del Renacimiento.
La falta de un nombre inscrito en la lápida de la tumba y el hecho de que mide apenas un metro de largo sigue siendo un misterio y abrirá nuevas líneas de investigación de uno de los hombres más reconocidos de la literatura universal.