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Harán transportistas y comerciantes megamarcha en CDMX el 17 de febrero
MÉXICO, DF, 16 de agosto de 2014.- La colonia Juárez y otros barrios del Distrito Federal están a merced de un proceso de gentrificación, fenómeno referente a la transformación de una zona deteriorada o abandonada de la ciudad, cuyas ventajas arquitectónicas, de ubicación o de infraestructura llaman la atención de un nuevo grupo de habitantes con mayor poder adquisitivo que la población anterior, explicó Gerardo Hernández Septién, académico de la Universidad Iberoamericana (UIA).
El término gentrificación es una traducción literal de la palabra inglesa gentrification, derivada a su vez del vocablo Gentry –sin traducción al español-, el cual define a una clase social inglesa “que está entre la pequeña aristocracia y los terratenientes”.
Así, el fenómeno de gentrificación se refiere al desplazamiento por parte de un sector de la población más favorecido en términos económicos de los habitantes que durante décadas habitaron ciertos barrios.
Sin embargo, “desde otro punto de vista, los desplazados originalmente fueron los miembros de la alta sociedad que vivieron en la colonia Juárez y la Zona Rosa en el periodo de la Revolución Mexicana”, puntualizó Hernández Septién en entrevista con Quadratín México.
La colonia Juárez –anteriormente llamada Americana o Del Paseo- vivió un periodo de esplendor a fines del siglo XIX y hasta la primera década del siglo XX, lapso durante el cual fue hogar de las familias más acaudaladas de la capital del país, así como de diplomáticos y extranjeros.
Luego, la evolución natural del crecimiento urbano la llevó a un estado de abandono del cual ha comenzado a repuntar desde la década de los noventa, cuando un nuevo grupo de habitantes comenzó a transformarla, al revalorar sus ventajas arquitectónicas, históricas y de ubicación, explicó el arquitecto durante el recorrido Colonia Juárez. Los Fantasmas de la Belle Époque, organizado por el Programa Historia Viva: Identidades Culturales, de la UIA.
El académico refirió que a principios del siglo pasado, la clase acomodada buscaba residir lejos del centro de la ciudad, por lo que se asentaron, primero, en la colonia Juárez (antes Americana), luego se recorrieron a la Roma; después, a la Condesa, hasta llegar a las Lomas de Chapultepec y luego Polanco.
La sección de la colonia Juárez conocida como Zona Rosa, que antes fuera parte de la antigua colonia Nueva del Paseo, vivió un periodo de auge entre los años 40 y 70 del siglo pasado, pero decayó con la aparición de la estación Insurgentes del Metro y su glorieta, el comercio ambulante y los sismos de 1985, que ocasionaron que muchas de las construcciones originarias de la colonia que hasta entonces se mantenían en pie resultaran dañadas o demolidas para construir nuevos edificios o estacionamientos, lo que entre otros factores abrió las puertas a la gentrificación.
El proceso de gentrificación, de manera general, tiene dos aristas: “por un lado, reactiva la zona, atrae inversionistas, crea fuentes de trabajo y de vivienda; y los edificios están bien conservados y se les da mantenimiento. Entran los nuevos valores del urbanismo: que la gente se identifique con los valores históricos y arquitectónicos de zonas que todavía tienen mucho que ofrecer”, afirmó.
En la otra cara de la moneda, advirtió, los nuevos habitantes rompen con la dinámica social, con el ambiente que se había generado y desplazan a gente que ya llevaba mucho tiempo viviendo en la zona –generalmente de bajos recursos- porque el terreno se encarece, empiezan a aparecer restaurantes, galerías y museos.
Para el experto en arquitectura, dicho proceso es bueno siempre que no caiga en excesos como lo sucedido en la colonia Condesa, “donde ahora todos quieren vivir y las rentas llegan a precios absurdos, las calles son intransitables por la cantidad de ‘viene, viene’ y valet parking que hay a causa de restaurantes y antros, es una colonia saturada”.