La nueva naturaleza del episcopado mexicano
El drama de los profesionistas ‘sobre capacitados’
Santa Rodríguez Lorenzo es una mexicana como no hay muchas, tiene grado universitario de doctorado, pero enfrenta un problema peculiar: su elevado nivel educativo le impide encontrar trabajo, en un país, como el nuestro, en donde las empresas privadas y el Gobierno prefieren pagar sueldos bajos a mexicanos con menor preparación.
Ella forma parte de los miles de profesionistas que son considerados como ‘sobre capacitados’, lo que ilógicamente les impide aspirar a una plaza en dependencias gubernamentales o en compañías del sector privado.
El caso de Santa, profesionista de 40 años de edad, es muestra de ello. Estudió la licenciatura en Biología en la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM). Al concluir sus estudios buscó trabajo, pero como no tenía experiencia laboral su búsqueda fue infructuosa. Se le abrió la posibilidad de estudiar una maestría en Oceanografía Costera en la Universidad Autónoma de Baja California, después de lo cual buscó nuevamente empleo, con resultados negativos. El estudio nuevamente fue su refugio y estudió un doctorado en Medio Ambiente y Desarrollo en la misma institución bajacaliforniana.
Al igual que muchos estudiantes de maestría y doctorado del país, Santa obtuvo una beca del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt), con el fin de hacer frente a los gastos derivados de sus estudios en maestría y doctorado. De hecho, el apoyo económico de la institución es un respaldo valioso para los jóvenes que desean elevar su nivel de estudios, pero también es considerado como “una tabla de salvación económica” momentánea para miles de ellos que no encuentran trabajo.
Actualmente, el Conacyt da becas de ocho mil 765 pesos mensuales a quien estudia una especialidad, de nueve mil 860 pesos para los estudiantes de maestría y de 13 mil 147 pesos para los que cursan doctorado. Esas cifras representan un pago de cuatro, 4.5 y seis veces el salario mínimo diario, respectivamente.
Esta ‘tabla de salvación’ se puso en riesgo cuando el Gobierno federal anunció recortes presupuestales. Sin embargo, Enrique Cabrero Mendoza, director general del Conacyt, afirmó a fines del año pasado que en 2016 no se reduciría ni el número de becas ni los recursos económicos otorgado por medio de ellas, a pesar de las restricciones presupuestales anunciadas.
Resaltó que, de hecho, el número de estudiantes beneficiados por este mecanismo se ha incrementado paulatinamente, de 48 mil en 2012, a inicios de la administración, a 63 mil becarios que se alcanzarán en 2016.
Ocultan sus doctorados
Esta problemática, creciente en el país, ha obligado incluso a muchos de estos profesionistas a eliminar de su currículo sus doctorados e informar a los posibles empleadores que sólo han estudiado maestría o licenciatura, si es el caso, con tal de poder aspirar a una plaza en empresas privadas o en dependencias gubernamentales.
Santa explica que esta situación es palpable en muchas universidades privadas en donde sus tabuladores salariales sólo alcanzan para poder pagar a profesionistas con maestría, pero no con doctorado. “Si uno quiere trabajar ahí, mejor dice que no tiene doctorado”, señala.
La situación no es muy diferente en las universidades públicas. Santa ha buscado empleo en varias de ellas, pero se encontró con que las plazas disponibles son pocas y sólo se otorgan a profesionistas que tienen “palancas” para ingresar a esas instituciones o cuando de plano se jubila o fallece un profesor o un investigador.
Su especialización la llevó a solicitar empleo en la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación (Sagarpa), en donde textualmente le informaron “está usted sobre capacitada”. En organizaciones no gubernamentales la situación fue la misma.
Vender de todo o crear su propio empleo
La falta de un empleo para universitarios egresados de alto nivel propicia que tengan que vender zapatos, joyería, perfumería o cualquier otra mercancía, con el fin de obtener ingresos económicos, como ha sido el caso de Santa y de otros estudiantes.
Otra opción es la creación de su propio empleo. Esto sucedió con Karina de la Rosa Meza, nayarita de 35 años de edad, que estudió la licenciatura en Biología Marina en la Universidad Autónoma de Baja California Sur, la maestría en Manejo de Pesquerías en el Centro de Investigación de Ciencias del Mar del Instituto Politécnico Nacional y el doctorado en Ecología Marina en el Centro de Investigación y Estudios Superiores de Ensenada, Baja California.
De regreso a su natal Tepic, Karina empezó a trabajar en la Universidad Autónoma de Nayarit, pero enfrentó dos problemas por los cuales decidió alejarse para siempre de esa institución. Por una parte, el acoso sexual de algunos de sus mismos compañeros profesores y, por otro, la corrupción, por medio de la cual algunos maestros le señalaron que debía permitir a alumnos obtener la licenciatura sin haber realizado su tesis.
Decidió formar entonces una sociedad civil junto con otros compañeros que, como ella, no encontraban empleo. Su empresa promueve la capacitación y el uso de mejores prácticas para pescadores, para lo cual presentan sus proyectos a la Sagarpa, la cual destina recursos para que los hombres del mar sean capacitados.
Sin embargo, por la restricción de recursos gubernamentales en lo que va del año dicha sociedad civil no ha obtenido contratos. En 2015, Karina y sus amigos sólo trabajaron de julio a diciembre y en 2106 se puede repetir la historia.
Fuga de cerebros
Santa señala que para muchos universitarios con alto nivel académico, irse del país es una opción económica, lo cual se traduce en detrimento para el país, porque se fugan sus profesionistas mejor preparados.
Sabe que a las empresas y dependencias públicas no les interesa que los universitarios tengan un elevado nivel de preparación y por ello generan empleos de bajo nivel para personas con capacidad de estudios limitada.
“Hay muchos trabajos para quienes tienen estudios de secundaria, pero con salarios que no pasan los 4 mil pesos mensuales”, comenta.
Karina considera que a las empresas privadas y a los gobiernos de todos los niveles les falta visión para aprovechar toda la preparación de universitarios con doctorado, que harían más competitivas a las empresas privadas y dependencias públicas.
Las dos señalan algo que puede ser hasta dramático: muchos universitarios con doctorado empiezan a estudiar postdoctorados, por no obtener empleo y poder aspirar nuevamente a una beca económica, lo que hace que el círculo se vuelva a repetir.