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Libros de ayer y hoy
Los que no cenaron en Navidad
La conocen como “la mujer de las cajas”, porque con cajas de cartón que recolecta se construyó su “casa” en plena banqueta. Ahí vive, duerme y se alimenta de la comida que las personas que caminan por el lugar suelen regalarle.
Es tan sólo una de las cuatro mil o cinco mil personas que viven en situación de calle en la ciudad de México, la mayor parte de las cuales no tuvo cena de Navidad este 24 de diciembre.
“La mujer de las cajas”, como la han bautizado los vecinos de la zona, en donde apila su improvisado refugio, la mayor parte de las veces rehúye el contacto con los transeúntes, quienes miran con indiferencia ese montón de cartón apilado en la calle de Florencia, en la Zona Rosa, a sólo dos cuadras de El Ángel de la Independencia.
La mujer, de aproximadamente 50 años, pasa la mayor parte del tiempo protegida en su refugio de cartón, pero en ocasiones se le puede ver en la banqueta, cerca del arroyo vehicular, hablando sola, otras veces, profiere insultos o palabras incoherentes, pero en sus momentos de lucidez incluso puede hablar con las personas que transitan por el área. Cuando puede mantener su mente en calma no se le ve tan desaliñada.
“Se ve que, en algún tiempo, esa mujer tuvo por lo menos una condición social de clase media. Quién sabe porque habrá llegado a la condición en la que se encuentra ahora”, comenta una persona que ve con extrañeza aquel montón de cajas de cartón sobre la banqueta.
Ella es parte del paisaje urbano en ese espacio de la Zona Rosa, como lo son miles de indigentes que sobreviven en calles, parques, jardines, plazas, alrededores de las estaciones del Metro y hasta atarjeas. No existe un censo oficial que defina exactamente cuántos son, a partir del cual se les detecte y haga posible solucionar la postración social en que se encuentran. La mayor parte de las veces son invisibles para ciudadanos y autoridades capitalinas.
Este 24 de diciembre, el Gobierno del Distrito Federal organizó una cena de Navidad, a la que asistieron alrededor de 3 mil personas, de acuerdo a información del propio GDF. El menú consistente en lomo enchilado, pollo cubano, atún a la vizcaína, pozole vegetariano y ponche, sirvió para que los asistentes, la mayor parte personas de escasos recursos económicos, pasaran una Noche Buena agradable.
Agrupaciones de asistencia privada también ofrecieron cenas para capitalinos que no tienen posibilidades económicas para acceder a una comida especial en esta fecha tan especial para la mayor parte de los habitantes de la gran urbe.
Sin embargo, para los indigentes, los de hasta abajo, para los que están afectados por el alcoholismo, la drogadicción, las enfermedades mentales o la falta de ingresos económicos, el 24 de diciembre, no fue una Noche Buena, sino un día gris y frío, como todos los de su existencia.
Los cuatro mil o cinco mil personas que no cenaron en Navidad siguen tendiendo cartones sobre el pavimento y se siguen cubriendo con periódicos o plásticos para tratar de paliar el frío de la época invernal y mucho más el frío de la indiferencia social.
Y es que el modelo económico y social de México sigue “fabricando” pobres. En los dos primeros años del presente sexenio, el número de mexicanos en pobreza se incrementó en casi 2 millones, al pasar de 53 millones 350 mil a 55 millones 342 mil personas, de acuerdo a cifras del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval).
En ese periodo sólo poco más de 100 mil personas, es decir, un volumen similar a las que caben en el Estadio Azteca, pudo salir de la pobreza extrema, aquella que es definida para quienes no tienen ni para comer. El número pasó de 11 millones 529 mil en 2012 a 11 millones 442 mil en 2014.
El ingreso económico real de los mexicanos prácticamente se ha mantenido igual desde 1992, por lo cual ha sido el elemento que más ha influido en los niveles de pobreza, de acuerdo al Coneval.
Pero aún dentro de la pobreza, como fenómeno social, existen diversos niveles. Quienes viven en la calle están en el último escalón. No sólo no tienen vivienda y muchas ocasiones ni comida, sino que ven vulnerados sus derechos humanos por parte de ciudadanos y autoridades.
Derechos humanos vulnerados
El Programa de Derechos Humanos del Distrito Federal (PDHDF) en materia de Derechos de las Poblaciones Callejeras señala que entre los principales obstáculos que restringen el libre y completo goce de derechos humanos de estas poblaciones destacan los siguientes:
La sociedad aún no reconoce a las poblaciones callejeras como sujetos de derechos en igualdad de condiciones.
Las representaciones sociales todavía les miran y tratan como potenciales delincuentes, lo que agudiza los actos de discriminación y violencia tanto del Estado como de la población en general.
Las acciones y programas gubernamentales basados en la «discriminación tutelar» tratan a estas poblaciones como objetos de protección, como víctimas o como potenciales delincuentes; afectando, entre otros, su derecho a la integridad, a la libertad y a la seguridad personal.
Faltan políticas públicas que atiendan y prevengan las raíces del fenómeno callejero, así como estrategias y programas integrales que eviten acciones de «cero tolerancia», estigmatización, discriminación y criminalización de la pobreza en contra de las poblaciones callejeras.
Se requieren espacios de coordinación y concertación entre las dependencias para una adecuada atención de las poblaciones callejeras y entre los programas gubernamentales y los de la sociedad civil para aprovechar su experiencia y propuestas con enfoque de derechos humanos.
Falta información estadística confiable, sistemática, desagregada y que considere la situación contextual de las poblaciones callejeras.
Falta regulación y supervisión oficial de los centros de rehabilitación y tratamiento de adicciones llamados «anexos».
Persiste la discriminación que les obstaculiza el acceso adecuado y oportuno a los servicios de salud, incluidos los servicios de emergencia.
Factores como la carencia de redes sociales positivas, el estigma social que les acompaña, la discriminación que reciben por su apariencia, el consumo de drogas, la falta de documentos oficiales y de una vivienda fija, resultan en la restricción de posibilidades de subsistencia y acceso al empleo de las poblaciones callejeras.
La falta de documentos oficiales (acta de nacimiento, comprobante de domicilio, registro de seguridad social, constancia de estudios o credencial de elector) también les impide acceder a los beneficios de los programas sociales.