Alfa omega/Jorge Herrera Valenzuela
Fue el Estado… Fue el Estado
El violento y rápido desarrollo del ciclón Patricia sembró pánico en México, atemorizó por igual a autoridades y sociedad. No era para menos, pronosticado como el más poderoso de la historia en la Tierra, parecía capaz de dejar en ruinas todo lo que tocara. Desde que comenzó a crecer y hasta llegar a 5 en la escala que mide la fuerza y peligrosidad de los huracanes, las alarmas comenzaron a sonar, los planes existentes se pusieron en marcha por buena parte del territorio nacional. Marinos y soldados, socorristas y técnicos en electricidad y caminos, gente que sabía qué hacer se movieron hacia la presunta ruta del meteoro en las costas y tierra adentro.
Desde muchas horas antes, el gobierno de México y los gobiernos de los estados amenazados por Patricia bombardearon a la sociedad con mensajes sobre el peligro real en caso que el ciclón llegara, como lo hizo con vientos de más de 300 kilómetros y grandes cantidades de agua. Como nunca, se informó del real peligro, pero sin llevar a la gente al pánico, incluso las compras de pánico ocurridas en algunos lugares no pusieron en peligro el abasto de comida, agua, medicinas y combustibles. Las autoridades cumplieron, accionaron todos los operativos de protección civil a su alcance.
Radio, televisión e internet se convirtieron en la mejor herramienta para llevar el mensaje, una advertencia que no trataba de meter miedo a la gente, sino que entendiera que era el momento de ponerse a salvo, evitar situaciones de alto riesgo y tener confianza en que la sociedad puede y debe cuidarse a sí misma. Hasta la mañana del domingo, los recuentos trágicos no incluían víctimas humanas, tienen reportes de destrucción y daños en infraestructura.
Patricia y su fiereza pronosticada hicieron que los focos rojos se encendieran, que las voces de alertas se escucharan y que la gente atendiera los llamados a cuidarse a no bajar la guardia. El gobierno no amenazó a la gente con llevarla a la fuerza a los albergues, en cambio le garantizó que sus bienes iban a ser cuidados por soldados, marinos y policías. Debe haber personas que se quedaron en sus casas incluso bajo la amenaza de desastres, no hay reportes de que hayan salido mal libradas, así como tampoco existen informaciones sobre saqueos.
La sociedad reaccionó pronto y bien ante el peligro que significó Patricia, se preparó y atendió las recomendaciones. Nadie puede contar la historia que no ocurrió, así que con el peor huracán formado en aguas mexicanas tocando a la puerta no se improvisó, se jugó con las cartas que se tenían preparadas y funcionaron. Quién sabe si hubo algo de suerte, pero es cierto que cuando no se busca la buena, todo termina siendo mala suerte y con una trágica historia de pérdidas humanas irreparables y daños materiales que termina pagando el pueblo.
Con la estela de lluvias todavía en buena parte de México, por todas partes surgieron centros de acopio para ayudar a los damnificados, todavía no se sabía qué tan grave era el escenario, pero comida, medicinas, agua y ropa ya se acumulaban por todos lados. La gente de los lugares por los que pasó Patricia salió a las calles apenas se alejó la poderosa tormenta, comenzó a echar a andar sus personales planes de recuperación, en tanto que el auxilio gubernamental aparecía.
Los fenómenos naturales como los huracanes a veces no cobran vidas, pero siempre dejan víctimas, como quizá campesinos que perdieron sus cultivos con las inundaciones o gente pobre que con una inundación perdió unas cuantas cosas que eran sus tesoros familiares. El gobierno debe ser solidario con esas víctimas de Patricia, trabajar tan eficazmente como lo hizo para alertar sobre el peligro y atender el azote de las fuerzas naturales. En fin que la sociedad se armó de valor en costas y sierras, pueblos y ciudades para ponerse a salvo y seguir con la vida. Merece una recompensa.
Tras la tempestad llega la calma y con ella valdría la pena decir, esta vez sí con toda razón, “Fue el Estado”. Por cierto, el Senado de Estados Unidos define así el concepto:
“El Estado es la forma en la que se organiza la sociedad para poder funcionar mejor. Es la unión de nuestra población, las instituciones públicas que nos organizan y nuestra cultura…”.
Hojas extraviadas
Las redes sociales son una herramienta maestra ante las amenazas como la vivida en México con la visita de Patricia. Permitieron a la gente informar de su estado, del peligro en ciertas zonas y confirmar que el meteoro pasó con mayor o menor fuerza por aquí y por allá. La inmensa mayoría de quienes echaron mano de ellas tenían una misión: cuidarse y cuidar a los demás de la mejor manera posible ante la emergencia. Cumplieron con su tarea de comunicación personal-global. La gente con buena voluntad no se enredó en la rumorología y a la acusación y sin razón de quienes echan mano de todo a su alcance para sembrar pánico no medrar políticamente con versiones catastrofistas. En está ocasión a los amarillistas de las redes se los llevó Patricia.