Eliminar autónomos, un autoengaño/Bryan LeBarón
El Piojo en la hoguera de vanidades
El caso de Miguel “El Piojo” Herrera es indefendible, reaccionó de la peor manera que puede hacerlo un hombre público, y para colmo de sus males agredió a un personaje que igual que él es figura mediática, un hombre de la prensa. Christian Martinoli tiene todo el derecho de dirigir los dardos de su crítica alguien como el ex técnico de la selección mexicana, y por duras que fueran las recriminaciones, “El Piojo” no debió nunca llegar a la violencia física, ni siquiera a la verbal, que empleó también contra el cronista.
La evidente de la culpa de Herrera no deja lugar dudas que un juez lo hubiera encontrado culpable, pero la verdad es que nunca llegó al banquillo de los acusados y de inmediato fue objeto de un linchamiento público prácticamente generalizado. La denuncia mesurada en lo que cabe de Martinoli fue justa, pero encendió la hoguera de las vanidades y por todos lados saltaron las voces que condenaron alPiojo, mucho antes incluso de que dijera está boca es mía, y su cabeza fue cercenada de inmediato, pero tardó todavía unas horas de desprenderse de un cuerpo ya sin vida desde mucho antes.
Pero, un pero más en el caso, nadie debió sorprenderse de la reacción violenta del Piojo que fiel a la cruz de su parroquia respondió con violencia a lo que consideró una violenta crítica. Siempre fue así, desde sus inicios como duro lateral, que era llamado un “leñador” bronco que imponía su ley, más tarde como técnico fue más bien rudo. Miguel Herrera es sin duda un gran motivador, en parte por su propio carácter y otro tanto gracias a que es lo mismo que buena parte de la gran familia de futbolistas, un hombre que a punta de patadas al balón se encumbró.
Miguel siempre jugó en la delgada línea de lo duro y lo violento, sus armas fueron la fuerza más que la destreza, pero al fin actuó con honestidad, quizá se olvidó de hacerlo con decencia. Atacó a sus críticos, consintió de más a quienes le elogiaron en las buenas, se dedicó a ganar dinero (muy en su derecho) a manos llenas, olvidando que era al final de cuentas un héroe con pies de barro, al que ya muchos directivos veían con malos ojos y lo querían lejos de la selección, él les dio el motivo perfecto y la prensa puso la leña y la encendió.
Pero, un pero más: más de un tercio de los mexicanos, de acuerdo con una encuesta de Gabinete de Comunicación Estratégica, fueron files a “El Piojo” y no estuvieron de acuerdo con que lo echaran a patadas y después que había cumplido con su compromiso: ganar la Copa de Oro, que él ya se había llevado a casa con las ganancias de sus infomerciales y más… Herrera se perdió en el camino al cielo y se encontró con la autopista al infierno.
Los patrocinadores de Herrera corrieron a enterrarlo antes de que su sangre se enfriara. No querían tener nada que ver con el hombre violento que retrataban testimonios y textos, no hubo imágenes en la era de las instantáneas en todo sitio y momento. Los refresqueros, banqueros, gobernadores y gerentes de marcas se escondieron en la no violencia, en el repudio total a esas formas. Pero, otro pero, no es cierto que el encanto del Piojo nació en buen medida cuando la prensa, especialmente la televisión, captó sus virulentas manifestaciones en la banca, que algo o mucho tenían de violencia (¿controlada o de la buena?), pero al final eran señales del hombre que contenía el traje, la camisa (no de fuerza) y la corbata.
En unos cuantos partidos Miguel Herrera se convirtió en un superstar del universo mediático, sus gestos a lo Hulk, recorrieron el mundo, que le festejó y de muchas formas le pagó, tanto que terminó siendo criticado por dedicar gran parte de su precioso tiempo más a las relaciones públicas que a entrenar a sus seleccionados.
Nadie más que el Piojo es responsable y culpable de su estrepitosa y escandalosa caída, pero hay que decir que en su vuelo al sol periodistas, publicistas, autoridades, aficionados y sus familia tuvieron mucho que ver, pero es él quien paga los platos rotos. Pero, no todo está perdido, como dice la canción, Miguel Herrera promete, después de un descanso merecido en familia, regresar y hacerlo tal como ha sido siempre, un tipo bronco que para ser técnico siempre lucirá como rudo… Así es el Piojo.
Hojas extraviadas
Pasados los momentos de gloria, se resbaló un expediente electoral de una fiscalía que casi nunca hace nada por detener los agravios en las elecciones. Busca saber cómo es que actúo el Partido Verde para hacer que Miguel Herrera, hoy en desgracia y, al parecer, sin amigos poderosos que le atajen el balón, hiciera propaganda ilegal por los verdes en junio pasado. Son otros tiempos, entonces las autoridades electorales y judiciales no sacaron la amarilla, pero ahora que el Piojo ya está en las regaderas, van por él… son cosas del futbol y no de la Justicia. Esto porque ni la fiscalía electoral, ni el INE, ni nadie con autoridad moral y judicial hace nada por limpiar el cochinero en que convirtió precisamente el Verde las elecciones en Chiapas, donde juega y fuerte otro hombre del canal del Ajusco, que exigió mano dura por la violencia de Herrera.