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Alfa omega del recuerdo
Crimen de la Narvarte, historia increíble
Las filtraciones borran cada vez más las huellas de la escena del crimen de la Narvarte, en tanto que las “verdades” sobre las pistas que darían al asesinato múltiple un tinte de atentado contra las libertades solo siembran incredulidad. Policías sin capacidad de investigación, redes sociales incendiarias y autoridades temerosas a contar los hechos y nada más que los hechos han destruido la posibilidad que la sociedad sepa y se convenza de lo que pasó y por qué una tarde cualquiera en la Narvarte.
El bestial asesinato de cinco personas era suficiente para cimbrar a la sociedad, incluso a la mexicana acostumbrada ya a leer de crímenes atroces frecuentemente. Ese escenario ardió realmente cuando se supo que entre las víctimas había un periodista y una activista política, las llamas alcanzaron un nivel más alto cuando las redes sociales y organizaciones políticas civiles señalaron al gobernador de Veracruz como el principal sospechoso. En ese estado, esas dos víctimas habían sufrido acoso y el fotoreportero tuvo razones suficientes para huir y refugiarse en el Ciudad de México.
Las pistas falsas fueron sembradas, voluntaria o intencionalmente, desde un principio desde la Procuraduría del Distrito Federal, se hizo correr la versión de fiestas, consumo de drogas, convivencia de horas, presencia de actores que nunca aparecen y sombras de duda en todo momento. Las versiones de vecinos obligaron a las autoridades a rectificar, pero sin explicar la razón por la que mintieron inicialmente y no han dicho la verdad.
Atizada la hoguera por las redes sociales solidarias con la idea que fue un crimen contra la libertad de expresión, una venganza política por una vieja fotografía e incluso un “crimen de Estado”, la investigación ha perdido importancia, misma que ha cedido a lo escandaloso, la filtración de expedientes sobre las costumbres privadas de los muertos, exhibición pública de fotografías tomadas a las víctimas, sin que el gobierno actué contra los medios y quienes las tomaron en la escena del crimen, como si esto no fuera un crimen también.
Desmentidos de corrientes de incertidumbre ante cualquier dato oficial que se de, son elementos que alejan la posibilidad de llegar a la verdad y más aún que la sociedad la crea. La última movida de la Procuraduría fue dejar correr las declaraciones de un detenido, que parecen no haber sido investigadas, pues muestran cosas muy raras como los tiempos de los que habla, la forma en que abandona la escena del crimen y otras. Todo es dudoso, incluso el hecho que diga que pagó 1,800 pesos por sexo oral, parece una fortuna para un subempleado.
Si como dicen las autoridades una huella del criminal, con antecedentes carcelarios, llevó a su captura, por qué antes de anunciar su captura no se investigó si realmente trabajaba en un estacionamiento como dijo, quiénes eran los supuestos cómplices. Nada de trabajo real de investigación, declaraciones y dichos, filtraciones y desmentidos, es lo que hay.
El gobierno de la Ciudad de México tienen a un presunto culpable, un delincuente que parece chivo expiatorio. Alguien que con carrera delictiva era presa fácil en la operación: encuentren un culpable, sin importar nada la justicia.
Hojas extraviadas
Los correos, insistentes envíos de notas, mensajes de Face y Twitter insisten en que nada de lo dicho oficialmente es cierto en el caso de la Narvarte. Es posible que tengan razón en mucho, pero también lo es que no aportan un solo dato que medianamente apuntale sus ideas de que se trató de un crimen contra las libertades públicas. Los ecos que causan en la sociedad son importantes, pero al final de cuentas –sin aparente voluntad política de gobernantes e investigadores- el crimen de la Narvarte va quedando en el olvido de la sociedad y comienza a parecer un pleito entre dos bandos que se señalan como buenos y malos, que se lanzan acusaciones y filtraciones, desmentidos y dudas. Una escena en la que se construye un telón de fondo para los criminales, cualesquiera que sean, aplaudan desde las sombras de la impunidad…