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Juego de ojos
Elecciones en santa paz?
Las elecciones del 7 de junio, como pintan las cosas, se darán en un clima de incertidumbre, con la violencia como gran sombra en muchos puntos del país. A las amenazas de grupos radicales de izquierda en Guerrero, Oaxaca, Michoacán y otros puntos del territorio nacional, se suma una peor, la violencia incontrolada de las mafias del narcotráfico en puntos del mapa de Tamaulipas, Guerrero, Michoacán y ahora Jalisco.
El Instituto Nacional Electoral y el gobierno, cada uno por su lado hasta ahora, tienen como estrategia afirmar que las elecciones intermedias no peligran, lo cual es cierto en buena medida. Pero no dejan ver una preocupación real por los riesgos que pueden enfrentar los ciudadanos en ciudades, pueblos o rancherías donde el poder de los violentos o los radicales es ley. Nadie sabe a ciencia cierta cuál será del deseo de los amos de la criminalidad o de los señores de los hilos que mueven la protesta desde la extrema izquierda.
Es posible que los violentos grupúsculos guerrerenses bloqueen casillas e intimiden a la población para que no acuda a votar, puede ocurrir que el temor a los tiroteos en suelo tamaulipeco hagan que la gente piense que no tiene caso arriesgar la vida por sufragar por unos políticos que no han logrado cambios de paz en el estado. Para muchos michoacanos la situación pinta mejor, ha bajado la violencia, pero la presencia de los malhechores es una amarga realidad, basta saber que en un municipio todos los partidos se aliaron para poner un solo candidato y no desafiar a los “mañosos”. Todo desalienta el voto.
Jalisco es la nueva estrella de la muerte, no porque los problemas comiencen ahora, sino porque una poderosa banda criminal ha decidido mostrar su poder de fuego y organización a unos gobernantes que no han logrado frenar su sangriento apoderamiento de plazas. La violencia de la mafia del narco no es el problema en Oaxaca, sino la de una mafia política de mucho peso, la CNTE que hace y deshace a su antojo sin que un débil gobernador se atreva a poner orden. Todos atentan contra la paz ciudadana de todos los mexicanos.
Todos esos son elementos de cuidado, de preocupación ciudadana no solo en los lugares donde la violencia criminal, ya sea la del narco o la los radicales, tiene en sus manos la gasolina y el cerillo para tratar de provocar, con distintos fines, un incendio social de alcance nacional.
Las autoridades todas, deben enfrentar las graves amenazas, deben exponer al pueblo una estrategia realista que garantice la celebración de elecciones en paz en todo el territorio nacional. Los gobernantes tienen que echar mano de todos los recursos que los dota el Estado, la seguridad es clave en un clima político de desconfianza y desilusión. Las fuerzas de seguridad son las encargadas de garantizar no solo el voto libre, sino el libre tránsito, la paz de la ciudadanía.
Votar y hacerlo en paz es la misión, pero no corresponde únicamente al gobierno y sus fuerzas de seguridad, sino también de la ciudadanía que el 7 de junio debe acudir a las urnas y votar, participar más allá de los partidos políticos. El voto ciudadano tiene que ser en contra de los violentos los anti democráticos, que son los verdaderos culpables de la violencia que tiene a México como rehén.
Hojas extraviadas
Unos viejos apuntes periodísticos dan cuenta que en Chiapas persisten zonas donde se pretende hacer creer que no son parte del Estado, que no forman parte del México de todos los mexicanos, sino territorios “liberados” por una guerrilla zapatista. No pasa nada porque sus fieles han sido atrapados en la retórica de su principal líder: el subcomandante Marcos, que ha fracasado en hacer de ese movimiento la base de la insurrección nacional. Pero que sea un grupo que no va más allá de la demagogia, no debe hacer olvidar a la sociedad que si hay grupos que no respetan la ley que rige a todos los mexicanos se está dando rienda suelta a que grupos criminales y radicales sienten sus reales en muchos puntos del territorio nacional.