Libros de ayer y hoy/Teresa Gil
Pizarrón negro de maestros de la CNTE
La educación en México no es algo para presumir, especialmente los niveles en Oaxaca, Michoacán, Guerrero y Chiapas, donde tiene sus bastiones la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE), son estados donde la pobreza y marginación son destino manifiesto de miles y miles de personas, son además zona de viejas y nuevas historias de guerrilla. En esos territorios los maestros que se oponen con todo a la reforma educativa tienen su feudo de manipulación y privilegios, son dueños de presupuestos, plazas, asignación de ascensos, entrega de licencias y muchos, más. La dirigencia de la CNTE y muchos profesores no quieren perder sus puestos de poder, por eso van en contra de la evaluación de sus conocimientos y capacidades.
La evaluación es necesaria, los maestros guerrilleros son de los más atrasados del país, los índices de calidad de enseñanzas en los estados donde reinan así lo demuestran, pero no quieren que nadie fuera de su control los someta a la prueba del ácido y los deje desnudos en la calle del conocimiento: 80 de cada cien mexicanos encuestados por Gabinete de Comunicación Estratégica dicen que la evaluación es necesaria, la CNTE va contra esa opinión, que es un verdadero clamor popular en un país que normalmente sale reprobado en las pruebas internacionales sobre educación.
Los profesores de la Coordinadora perdieron en el camino de sus luchas todo interés en la enseñanza, ya no se diga como en el pasado remoto la convicción de apostolado, sino el simple compromiso de desquitar el sueldo.
En ninguno de esos estados se cumplen los ciclos escolares, los maestros están más tiempo en paros, juntas o comelitones sindicales, y con razón no quieren evaluación que no sea a modo (controlada por ellos, saben que en la mayoría de los casos saldrían reprobados, con orejas de burro).
La encuesta de Gabinete deja ver que 65 de cada cien ciudadanos mexicanos no cree el discurso de los maestros, piensa que salen a las calles y paran de cuando en cuando para defender sus intereses particulares, prebendas y otros privilegios mal ganados.
Los mexicanos que apoyan a la CNTE o que al menos justifican sus ausencias de los salones, los incendios en oficinas públicas y ataques de todo tipo a la sociedad, son muchos, demasiados si se piensa que la educación en México seguirá tan mal como hasta ahora si no se hace algo. La gente que cree que algo hay de bueno tras las batallas contra la reforma suma 27%, seguramente una buena parte simpatizantes de los radicales de izquierda o personas antisistema.
Hay que recordar partidos y organizaciones sociales, incluso Morena y el PRD, mantienen una extraña resistencia a condenar abierta y directamente a la CNTE y sus acciones violenta contra todo intento de mejorar la educación.
En fin, la Coordinadora reina en buena parte del sur, tiene seguidores en otros lugares, como el Distrito Federal, esa son sus pareas de influencia, pues sabe que solo en la marginación puede seguir extendiendo su dominio y que necesita de la ignorancia para que nada amenace su fuerza, que es real, como la de una mafia… y todo ante un gobierno que trata a los malos profesores (malos porque no hacen su tarea: educar, educar bien a los niños) como si fueran buenos…
Hojas extraviadas
En una plática con una amiga de muchos años surgió el tema de la educación y el sindicalismo. A la primera estuvimos de acuerdo en que el viejo sistema priísta, al que hoy pertenecen todos los partidos cualesquiera que sea su sino, creó monstruos: CTM, SENTE, sindicatos petroleros, seguridad social, maleteros y muchos otros. La mayoría producto de una visión corporativista del gobierno pata manipular por siempre a las organizaciones sociales. El experimento no salió mal para los dueños del poder, incluso lo de hoy que mantienen en muchos niveles el corporativismo como su principal acción electoral. Y con esa compañera de aventuras periodísticas recordamos y estuvimos muy de acuerdo que cuando hace décadas nació la CNTE, dicen por allí que engendrada desde el poder, eran los buenos, que debían haber luchado por la educación de calidad y los verdaderos derechos gremiales y nos privilegios de clan que arruinan la preparación de los niños y la sociedad.