Poder y dinero
El malvado visto como héroe
La fuga de Joaquín “El Chapo” Guzmán enfureció a la sociedad mexicana, ya de por sí harta de los repetidos fallos del equipo del Presidente Enrique Peña Nieto. Pero, no causó una ola de desprecio al delincuente que huye de la ley. Desató una ola de críticas directas al mandatario y sus hombres de confianza, en la mayoría de los casos justificadas, pues había dicho, como una promesa: que el capo de capos no escaparía (por segunda ocasión) de prisión, que eso sería imperdonable. Y los mexicanos se lo tomaron en serio, no hay perdón de la gente, peor aún muchos ciudadanos ven al villano como héroe y pierden la dimensión del personaje.
El túnel que ordenó cavar para escapar llegó a su celda, pero también en el imaginario del mexicano socavó los pilares de la seguridad general. La obra desmoronó la idea que la cárcel del Altiplano era inexpugnable, la gran fortaleza del sistema penitenciario, donde los malos, malos, estaban aislados de la sociedad. Pero “El Chapo” dinamitó la idea de la fortaleza sagrada y se llevó por el hoyo de la coladera por la que se fugó buena parte del crédito que conservaban las autoridades, ganado en buena medida con la recaptura del jefe del cártel de Sinaloa.
Corrupción, intimidación, chantajes y poder del dinero, además de un equipo eficaz de planeación y excavación, abrieron el túnel de “El Chapo”. El gran escape es imperdonable, las críticas al gobierno mayormente justas y valederas, así como las condenas a quienes con la responsabilidad de los aparatos de seguridad se sienten inocentes, amparados en el discurso mentiroso sobre que todos los protocolos funcionaron bien. Con lo que quieren decir que Joaquín Guzmán es mucho delincuente para las prisiones mexicanas, lo que haría inexplicable por qué el gobierno no lo extraditó cuando tuvo oportunidad de deshacerse del problema.
Pero la segunda fuga de “El Chapo” fortaleció su imagen de héroe sucio de los mexicanos. Gabinete de Comunicación Estratégica realizó una encuesta y descubrió que en Sinaloa, la tierra natal del capo, a este villano moderno un cuarto de la población lo asocia con la figura del legendario revolucionarios Pancho Villa, 19 lo ve como al temible secuestrador Daniel Ariezmendi “El mochaorejas” y 16.2 como el nuevo “Chucho el roto”. El estudio tuvo un desdoblamiento en el resto de México, donde 35.8% de la gente ve a Guzmán semejante a “El mochaorejas”, 16.6% lo mira como a Villa y 12.9 se le figura “Chucho el roto”.
Una cosa esta clara, la mayoría de la gente piensa que “El Chapo” es un agente del mal, que causa daño a México, aunque haya quienes piensan que es alguien que ayuda a la gente. Las sombras de los errores gubernamentales hacen ver luminoso a este oscuro criminal, el efecto es tal que más allá de los grupos musicales que por compromisos u oportunismo componen corridos a los villanos o inconformes que más allá de la crítica borran la frontera entre la ley y el delito para vanagloriar al malvado, hay figuras públicas que lo ponen en un pedestal y le piden casi milagros.
La sociedad no puede olvidar que “El Chapo” es el malo de la película, no es ladrón que se robó algo para comer o que cometió un fraude para pagar sus cuentas con el banco. Se trata del principal jefe del narco en el mundo, de acuerdo con la prensa y algunas agencias de inteligencia. En su negocio el asesinato y la corrupción son cosa de todos los días, si reparte o no dinero entre la gente no tiene importancia, o mejor dicho la tiene porque es un dinero que ha sido productos del vicio, muerte y violencia que azota a México desde hace ya varias décadas… Ese es el escenario en que manda “El Chapo”.
Hojas extraviadas
Algunas notas de la farándula, que realmente deberían ser notas rojas, revelan que hay artistas como Susana Zabaleta que ven a Joaquín Guzmán como un nuevo salvador de la patria y otras, Kaye del Castillo, que no se arrepienten de haberle lanzado un flor. Están en su derecho, sin duda, pero entendiendo que en criticar al gobierno, exigir justicia y demandas que los funcionarios ineficaces se vayan, no justifica que la gente de bien se pase al sendero del mal, esto por más atractivo que parezca el antihéroe de la tragicomedia mexicana…