Poder y dinero/Víctor Sánchez Baños
Los “expertos independientes” de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos hicieron con la investigación de la tragedia de Iguala una faena a la medida del público, compuesto por los familiares de los estudiantes de Ayotzinapa, la ultra izquierda revolucionaria y los “analistas” que echan leña a toda hoguera que se encienda contra el gobierno. El título de “independiente” es borrado por su trabajo de ONGs, cuyos mayores descubrimientos, de acuerdo con su público fiel, son la aparición del “quinto camión”, la presencia de agentes federales (que estaban enterados de ciertas cosas que pasaban) y que el crimen organizado pudo haber operado el secuestro y potencial masacre de normalistas.
Una mala investigación inicial de la PGR y un posterior y peor trabajo de comunicación del Procurador, que no supo cómo decir la verdad que desvirtuaba las acusaciones de los padres de los normalistas, izquierda revolucionaria y sociedad civil “enredada” vía internet, que se trataba de una acción del gobierno convertida en “crimen de Estado”, provocada por la participación de un grupo de policías al servicio de agentes criminales, dejó abiertas las puertas para el oportunismo de los integrantes de una Comisión que –según sus conclusiones- tomó partido y entendió que esto le ganaba minutos de fama.
El investigador peruano José Luis Torero ha actuado como un espontáneo que se roba la tarde, cada vez que puede saltar al ruedo, cuando se esperaría que una comisión verdaderamente independiente se olvidara de los reflectores y diera a conocer su conclusiones de manera profesional, sin prestarse a ser héroe en una tragedia que lo único que ha hecho es complicar más. Todo con un público totalmente entregado, pues escuchó de él lo que quería, solo eso.
Los analistas que aplauden a “expertos independientes” elogian que hayan descubierto el quinto autobús que bien podría ser el principal, si es cierto que fue el detonante de la acción criminal contra los normalistas. Pero esa información estaba en varios medios, así como la posibilidad que en el fondo del secuestro masivo hubiera un asunto de drogas. Incluso los padres de los estudiantes de Ayotzinapa se dicen sorprendidos por la aparición de este autobús y de la posibilidad de que el crimen organizado algo tuviera que ver. Pero ellos, como mucha gente en Guerrero sabe que Iguala es punto de cruce de drogas, dinero, armas y más cosas que mueven las bandas que azotan el estado. No quieren recordar que ellos mismos, quizá solo algunos, querían diálogos con los bandoleros ¿por qué?
Sobre la presencia de agentes federales en los alrededores de los sucesos de Iguala, los analistas y ciertos agentes de la sociedad civil desconocen –por la falta de oficio- que en este tipo de asuntos, siempre hay “orejas” del gobierno, espías que pueden responder al gobierno civil, las policías o las Fuerzas Armadas. Averiguan, cuando pueden, lo que va a pasar, lo que está sucediendo, pero no actúan, más allá de alertar a sus jefes. Son espías, no actores de campo.
Es cierto que cuando la PGR habló de la gran hoguera en que se habrían consumido los cuerpos de los 43 secuestrados, pocos mexicanos lo creyeron. Pero la faena tremendista de Torero incluye una descalificación a los peritajes de otros científicos mexicanos. Gente que con trabajo de campo en el basurero de Cocula consideró que fue que la pira ardiera y consumiera los cuerpos de los estudiantes de Ayotzinapa. El informe de los “expertos independientes” lo mismo dice que no pudieron haberse calcinado los cuerpos en este lugar, como que no se puede decir si esto ocurrió o no, pero los pases de Torero han evitado mencionar esta contradicción vital de sus conclusiones.
En fin que las comisiones han paseado por México, se han preparado un documento largo que es considerado como valioso por mucha gente, han acabado con el poco crédito de las autoridades mexicanas, pero no han podido ser concluyentes con nada. Y lograron que se reavivará la esperanza con la demanda de la búsqueda de los estudiantes desaparecidos, en lo que parece un nuevo capítulo de una novela que no tiene para cuando acabar.
La nueva PGR debe actuar rápido, buscar la verdad en el caso de Iguala, ponerla sobre la mesa con pruebas convincentes por duras que sean. Pero esta es una misión complicada, pues una vez que el informe de los “expertos” recogiera lo que se sabía desde hace mucho: que ni el presidente municipal de Iguala ni su mujer eran los autores intelectuales de este crimen, hay que buscarlos, atraparlos y averiguar quién pudo montar un operativo criminal como este y seguir libre como Pedro por su casa. Ole Torero.
Hojas extraviadas
Entre las notas que se pierden y no dejan huella, deben haber quedado las facturas y gastos sin comprobar de los “expertos independientes” que han andado para arriba y abajo con sus investigaciones, que al final han dejado como resultado más suposiciones que ya eran vox populi, que hechos comprobables. Vale la pena que alguna autoridad nos diga quién paga y cuánto a estos viajeros VIP, quién solventa sus gastos, dónde han vivido, dónde han comido, qué han comprado y cómo se han movido. Porque seguro, alguien paga y mucho, seguramente todo o buena parte de los miles y miles de dólares que pueden sumar saldrá de la bolsa de los mexicanos, bueno del presupuesto. Ole Torero, mucho Torero y su cuadrilla.