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MÉXICO, DF., 28 de julio.- En el sector educativo la estrategia de crecimiento a nivel mundial es la innovación, empero en México se opta por cambios nominales: carreras con nombres nuevos y viejos programas académicos que no corresponden a las nuevas perspectivas del mercado laboral y en las que no existen prácticas ni en la iniciativa privada ni en la esfera gubernamental, aseguró Teófilo Benítez, rector del Centro de Estudios Superiores en Ciencias Jurídicas y Criminológicas (Cescijuc).
El jurista mencionó que de las 110 carreras más populares en el país, al menos 20 por ciento aparecen con nombres nuevos “pero el programa académico permanece inalterable, así como las prácticas y planes extra curriculares y actualizaciones”, por lo cual es imperativo contar con programas académicos vigentes para el mercado laboral, lo cual implica tener profesores que ejerzan profesionalmente las materias que imparten, que hayan destacado en su profesión y que además estén capacitados para enseñar.
Benítez añadió que la interrelación constante entre empresa, gobierno y universidades “es esencial para conocer las materias y destrezas que requiere el mercado laboral” y en cuanto a la innovación, “existen tres fuentes para enriquecer la oferta académica de las universidades: conocimiento inmediato de necesidades laborales, alianzas estratégicas con IP y gobierno y el rescate de prácticas milenarias y costumbres antiguas”.
Este último factor de innovación, “que llamamos metafóricamente los recuerdos del porvenir, implica detectar valores de diferentes culturas capaces de replicarlos en la vida académica”, mencionó el rector.
Ejemplo de esto son los decanos en Cescijuc: mentores muy respetables entre su gremio por su experiencia y conocimientos.
Dirigen la cátedra universitaria de diferentes carreras profesionales.
“El término decano se utilizó originalmente en los monasterios medievales y después se empleó para referirse al jefe de una comunidad de sacerdotes. Por el liderazgo de esta figura se le adjudicaron funciones de coach y es lo que ahora tratamos de emular”, refirió.
Otro ejemplo más de la innovación a partir de elementos históricos se da en la cátedra, sillón en que se sienta el obispo en los oficios litúrgicos “esas funciones y honores de cátedra se pasan ahora a nuestros maestros, que al dar una clase saben que ofician un rito no sólo para transmitir un conocimiento, sino sientan precedentes de un conocimiento continúo y establecen las bases de la investigación y auto aprendizaje”, mencionó.
Las instituciones educativas pueden innovar para crecer si “cuentan con profesores competentes y experimentados, existe comunicación permanente con la IP y sector gubernamental para flexibilizar planes de estudio y se revisa periódicamente la historia para encontrar paradigmas de éxito a emular”, aseguró el rector de Cescijuc, escuela libre universitaria creada por decreto presidencial en 1937, quien agregó:
“La innovación continua en las escuelas y universidades no se limita a presentar más carreras de estudio, sino a ofrecer una amplia carta de cursos de actualización, diplomados, maestrías, especialidades y seminarios”, así como nuevas maneras de incorporar alumnos que ya trabajan mediante planes de teletrabajo y clases sabatinas, e incluso generar planes ex profeso para entidades gubernamentales y empresas.
“La instituciones de educación superior deben transformarse y apoyar las necesidades y expectativas que aparecen día a día en el sector privado y gubernamental. Son los actores del cambio y en la medida que respondan a las nuevas necesidades mayores serán sus posibilidades de crecimiento”, concluyó Benítez.