Imperativo, estudio y reflexión sobre IA en la justicia: Guerra Álvarez
MÉXICO, DF., 19 de diciembre de 2014.- “La influencia del capital privado para desarrollar vivienda con un perfil socioeconómico elevado o establecer negocios enfocados a activar el turismo y el entretenimiento en las zonas centrales de algunos países de América Latina, lejos de atender la solución de problemas sociales, los intensifica”, afirmó Ibán Díaz Parra, quien realiza una estancia posdoctoral en el Instituto de Geografía (IGg) de la UNAM.
El investigador resaltó que en las últimas tres décadas se han llevado a cabo acciones gubernamentales para rescatar los lugares con mayor valor patrimonial; con ello se ha permitido que los inversionistas privados intervengan en la renovación urbana o en la transformación de esos espacios, dijo.
Aunque algunas personas ven esta situación como un proceso positivo que permite la rehabilitación de sitios urbanos específicos, también se podría interpretar como una tendencia negativa en la que se expresan injusticias socioeconómicas que acentúan la desigualdad social, resaltó.
En vez de plantear un modelo de ciudad desde el punto de vista de la planificación física, con estas nuevas inversiones se piensa más en la reestructuración de piezas pequeñas, en las que si se aplica dinero y tiempo, se pueden conseguir resultados políticamente redituables y económicamente benéficos, indicó.
Entonces, prosiguió, “lo que tenemos es una política estratégica más centrada en el lugar y en proyectos concretos, y aunque el Estado sí interviene, sólo lo hace para plantear las condiciones que permitan al capital privado entrar de una manera más sencilla”.
Además, esta forma de intervención es cuestionable, pues al intervenir en un sitio se abandonan otros que no son tan redituables. En el caso de las zonas centrales, abundó, estas acciones se han justificado con el argumento de rescate del patrimonio y la historia que, en un momento dado, están secuestrados por una serie de “agentes perversos”, como el comercio ambulante.
Al hacer este tipo de intervención, abundó, no se eliminan realmente problemas como el comercio informal, la indigencia o la prostitución, sólo se desplazan y concentran en otros puntos, “porque los nuevos espacios no están hechos para las clases populares”.
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