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MÉXICO, DF, 30 de agosto de 2014.-Si se evalúa de forma cuantitativa, la realidad de la oferta cultural en México es «catastrófica», pues la inversión pública en el rubro ronda los 147 pesos anuales por cada ciudadano mexicano, lo que representa un saldo “vergonzoso”, lamentó Alberto Soto Cortés, coordinador de la Licenciatura en Historia del Arte de la Universidad Iberoamericana.
Con motivo del segundo informe de gobierno del presidente Enrique Peña Nieto, el académico universitario consideró que en los dos años que han transcurrido la actual administración no ha sorprendido en cuanto a una apuesta hacia la cultura.
“Heredó de regímenes pasados una nación pobre, una ‘aristocracia cultural’ flaca y unas instituciones que deben reconstruirse desde los cimientos. La reforma estructural básica era la revolución y la apuesta cultural, sin la cual nos espera el seguir padeciendo generacionalmente el atraso, el agobio y el desaliento, lo cual incluye pobreza, marginación y desigualdad”, advirtió.
El cálculo se hace sobre la base del presupuesto destinado este año al sector, que es de 16 mil 500 millones de pesos, y considera una población de 112 millones 337 mil habitantes, de acuerdo con la información del más reciente Censo de Población del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi).
Cabe recordar que el año pasado el proyecto de Presupuesto de Egresos de la Federación (PEF) enviado por Peña Nieto al Congreso de la Unión contemplaba un recorte de casi 4 mil millones de pesos para el sector cultural, lo que representaba una caída de casi 24 por ciento en comparación con lo aprobado el año anterior. Finalmente, se aprobó un monto similar al de 2013, pero no hubo un incremento.
En un análisis académico difundido a propósito del informe, el experto universitario señala que “existe una visión naïf sobre la cultura. La mayoría le considera el conjunto de actividades que consumen las masas o las élites en su tiempo libre, que constituyen un complemento a las otras dimensiones de la vida y que les definen dentro en un cierto perfil”.
Así, esta visión defiende que hay actividades culturales per se, como asistir a exposiciones, conciertos y funciones de cine, presenciar obras de teatro y leer.
“Visto desde aquella perspectiva, la cultura es algo administrable, mensurable de manera cuantitativa y también en cuanto a su cobertura. Si se evalúa de esta manera existe una realidad catastrófica: en una nación con rezagos en cuanto a cobertura de ‘oferta cultural’, la inversión pública se encuentra en un nivel ridículo”, apuntó.
Añadió que “otros consideramos que la cultura es un derecho a una serie de servicios públicos que incluyen la educación formal e informal, la difusión de ideas y del conocimiento sobre cualquier medio, así también como el fomento a las actividades creativas, tanto en su ejercicio como en su disfrute, es decir, la cultura es una dimensión que cruza de manera transversal todas las actividades de un individuo”.