Guardar silencio ante la violencia es normalizarla
MÉXICO, D.F., 20 de septiembre de 2014.- El dominó es algo más que un juego de mesa. Es un instrumento que permite desarrollar habilidades matemáticas, aseguró José Humberto Mondragón Suárez, académico del Departamento de Física y Matemáticas de la Universidad Iberoamericana.
“Emplear el elemento matemático de la estadística en un juego como el dominó desarrolla la habilidad de pensar y actuar estructurada y lógicamente ante problemas determinados, en nuestra vida personal, laboral o académica”, explicó.
El dominó, dijo, acerca de manera atractiva y fácil a las personas al pensamiento matemático, al desarrollar habilidades como el manejo de la estadística, uno de los elementos de esta ciencia que pueden utilizarse diariamente en la toma de decisiones en la vida cotidiana de la gente.
En las partidas, los jugadores -con base en el conocimiento específico de sus fichas- trazan en su mente probabilidades basados en la lógica y estadística creadas al ver qué juego tiran sus contrincantes, para inferir los números y cuántas fichas de cada uno tienen sus oponentes, y a partir de ahí decidir sus siguientes movimientos.
Esa construcción lógica de una partida de dominó es semejante a la de las matemáticas, ciencia sustentada en teoremas y axiomas que son verdades fundamentales.
En el caso del dominó, donde existen reglas, la gente puede inferir qué tan buen juego le tocó y en función de esa información imaginar sus posibilidades de ganar si toma las decisiones correctas durante la partida.
Mondragón explicó que durante la toma de decisiones las matemáticas son uno de los principales instrumentos que, consciente o inconscientemente, las personas emplean; por ejemplo, considerar de cuánto dinero se dispone para comprar alimentos, para distribuir esa cantidad fija con base en sus necesidades y prioridades.
Algunos alumnos al momento de elegir qué carrera estudiar implícitamente recurren a la estadística, al pensar en las posibilidades que tendrán de ser aceptados en determinada universidad, la probabilidad de conseguir trabajo y la competencia que afrontarán en el ámbito laboral, añadió.
Es común que en clase, al escribir en la pizarra una ecuación, los alumnos se pregunten para qué les sirve eso, cuando aún no tienen la capacidad de identificar que esa línea les servirá para describir comportamientos de la vida real.
Por ello, el académico recomendó a los estudiantes que durante el aprendizaje de las matemáticas se diviertan y que traten de buscar la manera “de ver las cosas como un juego”, y a los docentes de esa disciplina tener claro el objetivo de lo que enseña, el procedimiento a usar y la habilidad que pretende desarrollar, además de hacer motivante el proceso de enseñanza-aprendizaje, con métodos que pueden introducir o no el juego.