Lilia E. Cárdenas Treviño, líder social y promotora cultural
MÉXICO, DF., 10 de julio de 2014.- La Filmoteca de la UNAM cuenta con un laboratorio que puede restaurar fotoquímicamente cualquier película, lo que le ha permitido recuperar cintas deterioradas, al tiempo de resguardar en su acervo piezas fundamentales de la cinematografía nacional, como la trilogía de la Revolución Mexicana, de Fernando de Fuentes, que forma parte de una colección de más de 60 mil títulos.
Las películas son seres vivos, pues al ser confeccionadas de un material frágil, compuesto de una emulsión de gelatina animal, de inmediato se convierten en alimento de bacterias y hongos y se descomponen si están ante la presencia de humedad, explicó Francisco Gaytán, subdirector de Rescate y Restauración de la Filmoteca universitaria.
En opinión de Gaytán, en la labor de restauración se puede establecer un teorema: la grandeza de la Filmoteca es inversamente proporcional al deterioro y desaparición del cine producido en México.
Por otra parte, la entidad universitaria ha adquirido enorme prestigio ético y técnico, por lo que directores y productores le confían sus tesoros, entre los que se encuentra la famosa trilogía cinematográfica de la Revolución Mexicana de Fernando de Fuentes: Vámonos con Pancho Villa, El Compadre Mendoza y El Prisionero 13, restauradas digitalmente.
Otra joya, parte de la memoria histórica de los mexicanos, donada a la Filmoteca para su renovación y conservación, es el Fondo Toscano, material de Salvador Toscano, precursor de la cinematografía nacional.
“Hemos hecho un trabajo acucioso de restauración fotoquímica en más de 20 mil pies de esos materiales producidos entre 1910 y 1915 y los hallazgos son sorprendentes”, dijo el universitario.
Además, con apoyo de la Academia Mexicana de Artes y Ciencias Cinematográficas, se concluyó la restauración del mítico filme de Arcady Boytler, La mujer del puerto (1933).
“Constantemente utilizamos los medios a nuestro alcance, aunque nunca son suficientes. Dice un axioma: ninguna filmoteca del mundo cuenta con los recursos económicos necesarios para restaurar el material que tiene”, comentó.
No obstante, la de la Universidad ha podido conjuntar esfuerzos, conocimientos y posibilidades tecnológicas y económicas para contar con un laboratorio que puede restaurar fotoquímicamente cualquier película, explicó.
Desde hace más de 20 años, la UNAM adquirió un laboratorio fotoquímico donde esas viejas imágenes y sonidos se trasladan a un nuevo soporte. “En síntesis, ésa es la restauración: tomar imágenes y sonidos viejos y pasarlos a un nuevo filme, de tal manera que se pueda tener uno que garantice 100 años más de vida, por lo menos”.
Recientemente, los restauradores universitarios se dieron a la tarea de recuperar dos cintas; una resultó inconclusa y la otra alcanzó éxito notable.
“La fallida es el negativo original de María Candelaria, sin duda la película más conocida del cine mexicano, cuya pista de sonido en español se perdió en su totalidad y el 22 por ciento de la imagen cuando los productores mandaron el negativo a Estados Unidos; la Metro Goldwyn Mayer tijereteó la cinta para reducirla a los estándares comerciales. El sonido no les interesaba y se perdió”, relató.
Tenemos copias completas de María Candelaria, pero no reúnen la calidad del negativo original, por lo que buscamos una copia de nitrato, comentó.
En contraste, En el balcón vacío (México, 1961), única película de Jomi García Ascot sobre el exilio español, fue un éxito que se logró con la ayuda económica de la embajada de España en México.
Recientemente, el equipo de la UNAM logró restaurar parte de la serie El monje loco –basada en un programa radiofónico de los años 40–, realizada por Alejandro Galindo, que pronto se exhibirá.
En los acervos de la Filmoteca de la UNAM se resguardan más de 60 mil títulos que forman parte de 380 mil rollos de película.
De ese universo, más de 15 mil rollos aún están en nitrato de celulosa y los demás en safety film, por lo que necesitan condiciones especiales.
Se han restaurado poco más de 80 títulos de países latinoamericanos y uno, español, está en proceso: Quién me quiere a mí (1936), que produjo y codirigió Luis Buñuel. También resguarda el negativo del original de Los olvidados, que por iniciativa de la máxima casa de estudios se registró como documento en “Memoria del mundo”, un programa de la Unesco.