Juego de ojos
Ansiedad
Cada vez que trato de entrar en la psique, como el filósofo caigo en el sólo sé que no sé nada. Así, leer el libro Ansiedad: miedo, esperanza y la búsqueda de la paz interior (Seix Barral) de Scott Stossel me da la tranquilidad de que mi TOC no es tan grave como lo presentía y que mis trastornos de ansiedad son peccata minuta.
El periodista nos ofrece un entretenido debate entre las diferentes actitudes médicas y psicológicas de la ansiedad, enfermedad que en los Estados Unidos ha afectado a más de 40 millones de personas en un algún momento de su vida. El ensayo ofrece un relato humorístico, a la vez que científico del gran mal de nuestro tiempo.
Recuerda sus décadas de terapia individual, familiar, de grupo, cognitivo-conductual, conductual racional emotiva, de aceptación y compromiso. Hipnosis; meditación, juego de roles, terapia de exposición interoceptiva, de exposición en vivo, libros de autoayuda y terapia de masajes; oración, acupuntura, yoga y filosofía estoica.
Pero no paró ahí su búsqueda por encontrar el equilibrio emocional, hubo también medicación con Torazina, imipramina, desipramina, clorfeniramina, nardil, BuSpar, Prozac, Zoloft, praxil, wellbutrin, effexos, celexa, lexapro, cymbalta, luvox, trazode, levoxyl, inderal, tranxene, serax, centrax, hierba de San Juan, Zolpidem, Valium, librium, ativan, xanax o klonopin.
Sólo le faltó acudir a los chamanes de San Juan Chamula, los de los Tuxtlas o los del mercado Sonora.
Este periodista nos ofrece una verdadera joya; aunque reconozco que el principio del texto es un poco árido, conforme se avanzan las páginas mejora notablemente, sobre todo cuando reconoce que sus crisis de angustia pueden incluir fobias de todo tipo. Podría ser peor – los psicópatas no sienten ningún nivel de ansiedad- y verse a sí mismo no en forma negativa, comenta.
Stossel ha aprendido a convivir con su ansiedad e inclusive ha conseguido –dice- mejorar su rendimiento.
Su historia es semejante a la de la batalla de Lena Dunham, quien desde los ocho años ha luchado con su TOC (Trastorno Obsesivo Compulsivo) y que se ha convertido en una reflexión sobre utilidad o inutilidad de los tratamientos psiquiátricos.
A diferencia del trastorno de la ansiedad que nos lleva a una crisis de miedo a no poder avanzar, a no tener satisfechos a los demás, a la posibilidad de que nos caiga un rayo no más saliendo a la calle, en el TOC sobresalen los acumuladores de objetos insignificantes de los que no pueden desprenderse; lavadores o limpiadores temerosos al contagio o la contaminación; verificadores de seguridad ante amenazas de catástrofes o asaltos; hipocondriacos, repetidores; ordenadores, ritualizadores mentales o numerales; atormentados y obsesivos puros, perfeccionistas, supersticiosos, etcétera.
En el caso de la ansiedad, como un mal, por lo menos una de cada seis personas en el mundo soportará un ataque de terror absoluto durante al menos un año en el trascurso de su vida, con la agravante de que ni siquiera sabrá a que le tienen miedo.
Hay quienes tienen este mal y terminan estudiando psicología o psiquiatría porque de jóvenes temieron estar locos y a través de estas disciplinas esperan lograr una mejora.
Para los que sufren de angustia o de TOC, el libro ha sido una gran ayuda para sobrellevar este tipo de trastornos. “Ningún texto, de ningún experto, me ha ayudado tanto” ha dicho un lector.
Con la lectura de este libro de Scott podría concluirse que ese lugar inhóspito y aterrador es de lo más normal y que todo es respirar tranquilo y esperar a que pase.
El ensayo literario, la historia, las memorias, la divulgación científica o el relato humorístico confluyen en este revelador texto que nos habla de la esperanza y la resiliencia frente al gran mal de nuestro tiempo, comenta la editorial.