Frente a la guerra/Felipe de J. Monroy
Cumpleaños
Bajó a los infiernos y al tercer día resucitó. María de Magdala, como su viuda era la responsable de ungirlo según las costumbres hebraicas; ella fue la primera en notar la ausencia del Maestro en la tumba donde había sido depositado, cubierto sólo con un sudario. Luego entraron María, Juana, la madre de Santiago, Salomé y otras mujeres que las acompañaban y que habían comprado los perfumes y oleos necesarios para esta ocasión.
Fue un coma inducido por el brebaje (¿mandrágora?) que pusieron en la esponja dirían unos; fue un estado de catalepsia asegurarían otros; hipoglucemia argumentaría algún galeno. Muerte temporal al fin y al cabo.
Alberto, el protagónico de La vida como es… celebra un doble cumpleaños este mes de abril. El primero lo remite al momento en que vio la primera luz hace algunas décadas y el segundo cuando el médico le anunció una vida perene, a corto plazo.
El descubrimiento de dos aneurismas en el polígono de Willis, intocables y mortales, inició la cuenta regresiva de un tiempo fatal: dos o tres años. Pero el Universo ha sido más que benévolo con él. Han pasado siete y espera rebasar con mucho tiempo el pronóstico médico.
En varias ocasiones conoció a amigos o compañeros del montañismo o el paracaidismo que llegaban a terapia intensiva para pasar semanas o meses en coma. Se preguntaba si escucharían o registrarían alguna señal de quienes los visitaban o estrechaban su mano en esos momentos de vida vegetal ¿Qué pensarán? Su compañero de exploraciones en grutas y ríos subterráneos, Antonio González, se accidentó y llegó a la UTI de Lomas Verdes un mes de diciembre; algunos meses después abrió los ojos y pronunció la palabra Chepe. Nunca supo él –ni sus amigos- que significaba Chepe, vocablo que repitió por varias semanas hasta que le cayó el veinte y se normalizó su consciencia.
A las UTI llegan seres humanos que son sedados, entubados, conectados a monitores. Están inermes, viviendo o vegetando en una tierra de nadie entre la vida y la muerte. El regreso del Limbo o del Infierno de aquellos que han sufrido una expiración temporal se asocia con la resurrección de Jesús al tercer día del descendimiento de la Cruz. Un día, el paciente tal vez vea una cara amiga o familiar después de un extraño sueño, o sólo la de la enfermera que en su recorrido por el pabellón lo observó cómo pelaba los ojos mientras se ubicaba en tiempo y espacio, y que como Cristo expresaba: ya regresé, véanme, toquen, escuchen mi voz. Pero hay otros a quienes dejan en un estado vegetativo sin encontrar la paz, la quietud eterna, condenados a vivir colgados de una sonda lo que les quede de existencia, “protegidos” por inmorales leyes.
El diagnóstico neurológico para Alberto incluía dos caminos: la muerte cerebral o la física; así que apuró la visita al notario donde firmó su voluntad anticipada, esto es, desconectar, no entubar, no resucitar; el que se murió se murió.
En tanto eso acontezca, disfrutará su vida cada día, con toda la intensidad que le permita el Universo. Recordar sus dos cumpleaños este mes de abril cada amanecer, ese es el objetivo. Al abrir sus ojos agradecerá al Creador permitirle ver el nuevo día que, como en las cuentas de un collar se ata a los acumulados desde muchos años atrás.