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MÉXICO, DF, 1 de agoto de 2014.- El pasado 17 de julio, varios días después del comienzo de la operación militar sobre Gaza, milicianos de las brigadas de Al Qassam se introducían en uno de sus túneles subterráneos que conectaba con la zona sur de Israel, publica el diario español El Confidencial en un amplio reportaje.
De madrugada, 13 de ellos salieron en un área cercana al Kibutz Sufa, una pequeña población de 150 israelíes y, arrastrándose por el suelo, sorprendieron a las tropas judías que pronto abrieron fuego contra el grupo de combatientes. Al menos uno de ellos cayó en el ataque, pero la mayoría logró volver a rastras hasta la entrada del pasadizo y retornar apresuradamente a la Franja.
El enfrentamiento cogió totalmente por sorpresa a las tropas del ejército judío y fue el detonante que desencadenó la incursión terrestre sobre Gaza. Tras bombardear duramente las cercanías del túnel, procedieron a desalojar todos los pueblos de la frontera. El pánico se extendió entre la sociedad israelí al hallar otro de esos túneles a 200 metros de un jardín de infancia.
“Hemos instruido a las Fuerzas Armadas para comenzar esta noche nuestra operación terrestre y terminar con los túneles del terror”, afirmaba el comunicado oficial del ejército.
Pero el elevado número y sofisticación de los 32 túneles descubiertos hasta el momento inquieta al ejército hebreo que llega a declarar que, “no sabemos si será posible destruir el 100 por ciento de los túneles”, según admitió el portavoz Roni Kaplan a El Confidencial.
Entre la población de Gaza es un secreto a voces que habla de la existencia de una red infinita túneles bajo tierra. “Existe una Gaza debajo de Gaza”, cuenta Khaled, un conductor de taxi palestino.
Apunta con orgullo que no sólo se han construido túneles en las cercanías a la frontera con Israel, sino que existe todo entramado de calles subterráneas en la Franja. “Pero nosotros, la población civil, no sabemos nada”, asegura. “No hay comunicación entre la gente corriente y los miembros de la resistencia”.
“Yo he ido por un túnel desde una calle del centro de Gaza Ciudad hasta el norte”, cuenta Bilal, un joven palestino. “Ahí abajo hay dormitorios, habitaciones, aire acondicionado y almacenes con cualquier cosa que necesites”, dice. “Normalmente tienen una profundidad de 20 metros, son auténticos búnkeres”, explica. Según su testimonio, cada uno de estos túneles requiere al menos dos años de trabajo. Normalmente se realizan sin la ayuda de excavadoras y cuestan una media de tres millones de dólares cada uno. La mayoría, tienen entradas bien cubiertas, dentro de casas o de edificios.
“Durante algunas noches la policía de Hamás coloca retenes en varias calles”, cuenta Hasna, una joven de Gaza. “Todos sabemos que los controles son para proteger la construcción de túneles, para que nadie lo vea y para controlar que no haya ningún informador de Israel en la calle que vigile las excavaciones”. En Gaza, hay quien asegura que a algunas familias se les ha llegado a hundir el baño, o incluso una habitación entera. El protocolo a seguir está claro: se hacen un par de llamadas, alguien viene a repararlo y después se marcha sin mediar palabra.
Durante la última década, la resistencia en Gaza ha ganado experiencia en sus movimientos bajo tierra. Al principio, la construcción de túneles se centró en el contrabando de armamento desde Egipto pero, tras la imposición del bloqueo, el número de pasadizos se disparó para introducir productos de todo tipo, incluso alimentos y materiales de construcción. En 2006 los palestinos habrían empezado a excavar uno de esos túneles para asaltar un puesto fronterizo israelí. Fue así, de hecho, como llevaron a cabo su primera operación con éxito y secuestraron al soldado Guilad Schalit, a quien se consiguió «canjear» por mil prisioneros palestinos. Desde entonces, existen tres tipos de túneles en Gaza:
Las milicias copiaron este método del grupo chií Hezbollah, que hizo uso de ellos en su lucha contra la ocupación israelí en el sur del Líbano. Su estructura permitía a los combatientes lanzar fuego de mortero contra los soldados y retroceder a través de los pasadizos subterráneos. “Tenemos miles de luchadores de la resistencia trabajando bajo tierra”, dijo Ismail Haniyeh, uno de los líderes de Hamás, a principios de año, “nadie puede imaginar de lo que es capaz la resistencia para atacar a los ocupantes”. Este método subterráneo permite a los palestinos operar con libertad, fabricar armamento y preparar su estrategia, ya que el exterior es continuamente controlado por drones y por espías israelíes.