
Piastri logra victoria controlada en el Gran Premio de Bahréin
MÉXICO, DF., 29 de junio de 2014.- Al partido entre México y Holanda le faltaba un minuto (tiempo añadido) para que concluyera y la abarrotada asistencia en el Zócalo comenzó a disiparse así como huye la gente ante un peligro, de inmediato. Era el triste regreso a la realidad.
Cientos de familias, ataviadas con ropa y accesorios en colores verde, blanco y rojo, abandonaban cabizbajos, tristes, desconsolados, enojados, rabiosos, la plancha del Zócalo capitalino, después de la derrota de la selección mexicana, con un penal injustamente marcado. La mancha verdirojiblanca iniciaba el retorno a casa.
Tal como una verdad cuando no desea ser conocida, cientos de hombres, mujeres e infantes, se alejaban poco a poco de la megapantalla colocada desde el inicio del Mundial de Brasil por autoridades del Gobierno del Distrito Federal, y caminaban hacia los accesos de la línea azul del metro o hacia las calles que confluyen a otros lados del primer cuadro de la ciudad. Se iniciaba el regreso al escenario del día a día.
Como guillotina, el silbatazo final del árbitro llegó y con ello, el lamento de las personas que aún quedaban en la Plaza de la Constitución (85 mil personas según datos de Secretaría de Seguridad Pública del DF), quienes vieron derrotada a una selección mexicana que luchó, incansable, hasta el último minuto.
Algunas personas, mujeres esencialmente, se permitieron expresar su frustración por la derrota a través de las lágrimas. Un grupo de jóvenes, perdido entre la muchedumbre, ahogaba su tristeza entre porras al Tri y alcohol que bebían de forma subrepticia, en botellas con supuesta agua de sabor.
Varios niños y niñas, agarrados de las manos de sus padres, sin entender mucho lo entendían todo: hubo una derrota, perdió su selección, perdió su país frente a otro y eso bastaba para ponerse triste o lo que es peor, ponerse a llorar y punto.
Sí. Es cierto. La selección mexicana fue derrotada por la Naranja Mecánica. La selección mexicana no pasó a cuartos de final del Mundial, también es cierto.
México, desde este momento ha vuelto a la normalidad, no hay más alicientes mundialistas. Ha vuelto pues a su completo caos. La vida, a pesar de todo, continúa.