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MÉXICO, DF., 5 de julio de 2014.- La migración entre México y Estados Unidos está en una nueva era con la circulación de migrantes legales con visas permanentes y temporales. Al mismo tiempo, 11 millones de indocumentados están “atrapados” y enfrentan un número mayor de aprehensiones y deportaciones cada año.
Al legalizarlos, podrían trabajar sin restricciones y volver a sus países. Es la mejor medida para resolver esta tragedia de derechos humanos y la única política práctica, humana y razonable para el futuro de EU, sostuvo en la UNAM Douglas S. Massey, de la Universidad de Princeton.
“Por primera vez, desde los años de la esclavitud, la Unión Americana tiene residentes sin un derecho civil, social, económico o político que pueden ser expulsados en cualquier momento; éste es un nuevo estado de ilegalidad masiva”.
El fundador y coordinador del Mexican Migration Project, uno de los más importantes en el campo, destacó que 11 millones de indocumentados están atrapados, la mayoría con más de una década de residencia constante, con raíces, empleos, hogares e hijos nacidos en EU.
Tres millones llegaron a suelo estadounidense de niños y crecieron en la Unión Americana. Hablan inglés, son graduados de las preparatorias de esa nación y no tienen rutas para avanzar con el cargo de ilegalidad en sus hombros, advirtió en la charla Pasado y futuro de la migración indocumentada en México, como parte de los trabajos del Seminario de Estudios Migratorios de la UNAM.
En este marco, Estela Morales Campos, coordinadora de Humanidades de esta casa de estudios, refirió que se trata de un asunto nodal en la agenda nacional y un tema analizado en la Universidad y otros centros de investigación e instituciones de educación superior del país. Es una cuestión obligada por la problemática compleja que enfrentan los migrantes en EU, con el propósito de influir en políticas públicas nacionales y del exterior que garanticen sus derechos, expuso en el Auditorio Jorge Carpizo de la Coordinación de Humanidades. Migración ilegal Ahí, el académico estadounidense rememoró que, en 1965, el Congreso de la Unión Americana limitó la migración permanente a 20 mil visas al año por nación.
Asimismo, concluyó el Programa Bracero, que permitía la estancia temporal de 450 mil trabajadores mexicanos cada 12 meses. Hasta entonces, medio millón de connacionales ingresaron al vecino país del norte para residir o sumarse a la fuerza laboral. La demanda de entrada no disminuyó por las medidas referidas y el acceso antes legal fue reemplazado por flujos de indocumentados, expuso. Massey, autor de Retorno a Aztlán: el proceso social de la migración internacional del occidente de México, subrayó que al crecer las cifras de quienes no tienen papeles, empresarios, políticos y grandes diarios denostaron a los connacionales como una “amenaza” o “invasión”.
Es una reacción en cadena que comenzó con las restricciones impuestas en 1965, continuó con la aprobación de leyes más duras y finalizó con el incremento del presupuesto orientado a las operaciones de la Patrulla Fronteriza y el aumento de las aprehensiones. Entre 1990 y 2000, se erogaron más de cuatro mil millones de dólares en estas tareas, refirió.
Esto significó un cambio geográfico relevante. Antes de 1993, de cada 100 personas 85 elegían las ciudades de San Diego y El Paso para entrar a la Unión Americana. Ahora, Arizona es el punto final de un trayecto que atraviesa el Desierto de Sonora. Cada vez es más caro y peligroso cruzar los límites, lo que disminuyó la tasa de regreso al país, subrayó.
Se calcula que 60 de cada 100 migrantes mexicanos no tienen documentos, lo que refleja una problemática que requiere soluciones urgentes. Estamos frente a una transición gradual hacia una nueva política en la materia por las modificaciones en la estructura demográfica, en la que los latinos ganan terreno. “Tengo esperanza de que Obama haga algo para ofrecer la legalización, por lo menos a los indocumentados que llegaron de niños, los dreamers”, concluyó.