Indicador político
El sindicalismo es una institución necesaria y fundamental para garantizar los derechos laborales de los trabajadores, los sindicatos sirven para frenar acciones de los dueños o patrones que tengan como finalidad la explotación de la mano de obra. Por lo menos esa es la función y justificación teórica de un sindicato. Lamentablemente, en sociedades como la nuestra, donde es muy fácil no respetar las instituciones o donde la cultura de la corrupción e impunidad prevalece por encima de la del respeto a la ley, es muy probable que la función loable que tienen los sindicatos se desvíe a versiones en las que los derechos del trabajador, el verdadero trabajador, no se encuentran en el centro del interés del sindicato. Cuando esto sucede, los sindicatos se convierten en organizaciones que más que velar por el interés de los trabajadores, velan por intereses particulares, concretamente los intereses de los líderes sindicales.
México es claro ejemplo de este tipo de sindicalismo, no podemos negar que uno de los frenos históricos que ha tenido nuestro país para lograr una verdadera transformación, tiene que ver con el imperio que han impuesto los líderes sindicales a razón de evitar perder sus cuotas de poder y dinero. No son pocos los sindicatos que tienen este nocivo perfil para la sociedad.
En días recientes, un par de medios periodísticos, El Universal y Aristegui Noticias, realizaron una investigación de campo sobre el modo de vida de uno de los lideres sindicales más poderosos del país, el líder del sindicato de trabajadores electricistas. La información que ambos medios proporcionaron al público refleja lo que no debería ser un sindicato y un líder sindical. Por una parte, muestra la forma ostentosa en la que vive el líder sindical, con las típicas casas y automóviles que usan este tipo de personajes; y, por otra, muestra de forma cruda la manera en la que, quienes dirigen este sindicato, “distribuyen” las plazas para poder ingresar a la CFE a trabajar. Es decir, en pocas palabras es la privatización de un bien público que pertenece a todos los mexicanos y que en este caso es la CFE.
En México los grandes sindicatos, como el de maestros, PEMEX o CFE no siempre han ayudado al desarrollo del país, y frecuentemente son los causantes de enormes gastos, corrupción y subsidios que directa o indirectamente pagan los demás trabajadores. Más que velar por los derechos de sus trabajadores, sus dirigentes sindicales se han convertido en unos depredadores del presupuesto público, han utilizado al sindicato para amasar fortunas personales y familiares que distan mucho de lo que un verdadero sindicato debería tener como única función.
México ya no aguanta seguir con el mismo esquema en materia sindical, debemos hacer un verdadero cambio, un cambio de fondo, no sirven de nada las simulaciones y las negociaciones en lo oscurito con los líderes sindicales. Es momento de que los sindicatos verdaderamente sirvan para garantizar los derechos laborales de los trabajadores, no para garantizar las fortunas familiares de los lideres sindicales.